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República Cinéfila | Rampage: Devastación

Esta es una buena y correcta adaptación de un popular vídeo juego a película pero a diferencia de otras producciones muy ambiciosas en su forma y fondo en Hollywood, no es una historia compleja y difícil de plasmar en la pantalla grande. “Rampage” era un popular vídeo juego en la década de los años ochenta bastante sencillo en el que los jugadores únicamente elegían una criatura para destruir la ciudad y eso era todo en cuanto a su propuesta.
 
Lo divertido del juego es que el problema surge cuando el gorila gigante gigante se escapa y termina en la ciudad arrasando todo a su paso. En la sinopsis oficial en la trama de este filme palomero, la misión del protagonista interpretado por Dwayne Johnson The Rock como el personaje de David Okoye, quien es un primatólogo que cuida a un gorila blanco llamado George y es como su amigo.
 
Después de un experimento genético, George y otros animales se convierten en unas gigantescas criaturas que destruyen todo lo que encuentran a su paso. David intentará buscar un antídoto que intentara detener la mutación y salvar la ciudad de Chicago. El director es el realizador norteamericano Brad Peyton muy competente en palomeras producciones de acción y aventura, quien ya había trabajado anteriormente con Johnson en la taquilleras cintas “Viaje 2: La Isla Misteriosa” (2011) y “Terremoto: La Falla de San Andrés” (2015). El elenco se complementa con las actuaciones secundarias de las estrellas Naomie Harris, Malin Akerman, Joe Manganiello y Jeffrey Dean Morgan. 
 
Rampage
 
Juzgar “Rampage; Devastación” en otros términos, como esos que se le presupone a una crítica objetiva, que no sean el del adolescente que se dejaba arrastrar por el sinsentido de la locura divertida, del más difícil todavía, del aplaudir, reír y compartir con un público afín la catarsis de la maravilla que una gran pantalla nos mostraba, sería no solamente un error, sino una gran injusticia.
 
Esta aventura con tres ciclópeos animales mutados destrozando la ciudad de Chicago apela al disfrute en estado virgen, a la benditamente irracional mente abierta del consumidor cinefilo. Y es que mezcla sin ningún tipo de vergüenza o pudor todo tipo de referentes, como las peliculas de “King Kong”, “Congo”, “Depredador”, “Sharknado”, “Jumanji: En La Selva” y un larguísimo etcétera que si a alguien se le ocurriera llamar a eso pastiche, le saldría todo un elogio ya que hace de su falta de pretensiones y de su todavía mayor falta de sentido del ridículo, su principal virtud. Tiene una pareja de villanos de morirse de risa de lo caricaturescos que son como esa Cruella de Ville que hace Malin Akerman, buenos actores secundarios sin ningún problema para apuntarse a la aventura como Jeffrey Dean Morgan imitando descaradamente a su personaje de Negan de la serie televisiva “The Walking Dead”; un Joe Manganiello parodiando sus tipos duros y, por encima de todos ellos, de todas las bestias, el ruido y la furia de Dwayne Johnson, el ya único, The Rock. 
 
Ya desde el principio, el filme que entrega el estilo de un cineasta como Brad Peyton llama la atención por sus elevados niveles de seriedad, mortandad y hasta de sanguinolencia, poco esperables en una película familiar de alto presupuesto. Así pues es conveniente encarar el filme concentrandose en lo que realmente importa, que es la relación entre Johnson y un gorila albino gigante. Además de un The Rock que charla con simios ciclópeos cuenta con una legión de secundarios que aparecen y desaparecen. Algo que podría deberse al ánimo de jugar con las expectativas del público, pero que tiene toda la pinta de estar causado por los cuatro guionistas. Por ello, ya que la presencia de Naomie Harris es casi testimonial y a una Malin Akerman que no se la aprovecha en absoluto como la mala del cuento, recomendamos disfrutar del tono animalista de la historia, porque los monstruos gigantes son en realidad víctimas de la codicia empresarial, de sus momentos de acción y de su ausencia de ironía. Y de los diálogos por señas entre Johnson y el gorila CGI, claro, ahí es donde está la verdadera calidez humana de la historia.
 
Rampage
 
Mi 8 de calificación bien ganado por su eficaz entretenimiento a “Rampage: Devastación” que se apoya en la presencia de un actor de la talla de Dwayne Johnson, donde la acción casi nunca se detiene pues en realidad ésta comienza hasta el segundo acto con los ataques de un lobo y el espectacular escape del gorila, aunque fuera de estos dos muy buenos momentos, sin embargo, la trama avanza sin pena ni gloria hasta llegar al supuesto clímax y es que si lo que quieren es ver a tres bestias pelear entre sí en el centro de Chicago con Johnson en el medio, esta producción fílmica hollywoodense no los defraudará en absoluto, aunque para ello haya que soportar a unos villanos y un primer acto un tanto pobres. A pesar de su disparatada premisa en su trama y a unos villanos realmente flojos, este filme deja claro que Johnson es uno de los actores más redituables y con mayor química en la pantalla. 
 
Ni siquiera los villanos humanos logran emocionar y resultan el punto más débil y lamentable de la cinta. Ambos están totalmente caricaturizados y, aunque esto no es algo siempre malo, aquí ninguno de los dos personajes malos tiene el encanto necesarios para sacarlos adelante. El potencial que tiene la cinta para verdaderamente emocionar únicamente se logra vislumbrar en la secuencia de la destrucción de la ciudad de Chicago, al disfrutarse únicamente gracias a Johnson, a pesar de su guion predecible y sin pretensiones.
 
Lic.Ernesto Lerma, titular de la sección/columna periodística.

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