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X AÑOS DE NOSTALGÍA

El Show visual de The Dragulas en CCEM

Por Allan Márquez

 

De nuevo ando por estos lares mis robottines, no morí ni andaba de parranda, solo tenía (bueno y tengo) un chingo de chamba, pero ya anda de vuelta este ser amargado y “melómano” que trata de escribir de alguna u otra manera un poco de decadente “poesía” y textos ordinarios plasmados de símbolos escuetos y nauseabundos. 

Hoy hablare de un joven, pongámosle “Roberto”. Roberto es un muchacho joven de unos 28 años, que ha crecido dentro de una familia un tanto conservadora, donde se profesa la religión de Anton Lavey, y se cree fehacientemente en el Santo Ailester. Desde su infancia Roberto fue un muchacho muy precoz, leía a la pequeña Lulú a escondidas, jugaba a la matatena pero si perdía salía corriendo y de castigo se ponía  ropa sucia y roída que encontraba en la basura durante sus caminatas con su perro popy.

Con el paso de los años, Roberto se comenzó a cuestionar sobre algunas práctica familiares y sociales en las que tenía que ser participe, estaba harto ya de tener que ser ungido con sangre, de observar algunas películas de vampirismo, hombres lobo, las clásicas del santo y una que otra de Buñuel y Coucteu.  Así que al cumplir los 18 añitos, Roberto decidió aplicar a una beca de música, pues tenía talento el chamacon, esto gracias a los años de práctica con grandes maestros de guitarra clásica, y piano; sin embargo lo que a él le gustaba y le apasionaba era cantar, pero ya no cantar de forma gutural, como lo ponían sus familiares durante ciertas festividades, mucho menos le gustaba vestir siempre de negro, era un color que si bien si le gustaba, no le agradaba tanto. Roberto pensaba que la oscuridad no tenía nada que ver con el atuendo que llevabas puesto ni con la infelicidad que alguien pudiera sentir, sino más bien con la manera en que el arte y las sensaciones que estas provocaban podían emerger de un caos totalmente oscuro y crear luz.

Esto obvio no les gusto sus padres, ni a ningún miembro de sus familiares y amigos, por lo que solicitaron a Roberto cambiar su actitud y gustos extravagantes o se atuviera a las consecuencias, las cuales eran dejarlo en la calle a su suerte o enviarlo a un loquero.

 Roberto decidió huir de casa, dejando la beca que había obtenido y a su familia. Durante el tiempo lejos de casa, Roberto pasó hambre y frío y demás incomodidades superficiales que no pasaba en casa, pero se sentía tranquilo aunque había momentos en los que se cuestionaba si había sido la decisión mejor tomada. Con el paso de los días las dudas se acrecentaban, el deseo de seguir adelante era cortado por la incertidumbre de sus pensamientos, ya que lo atacaban día y noche, la típica pregunta sobre el que dirán, sobre siempre actuar de una u otra manera, de aparentar, de no ser inclusivo, de siempre sentirse diferente en su ámbito, en su núcleo social y familiar, sin embargo, esto cambiaría también, como todo en la vida, Roberto se topó con un ser que lo guiaría a su propia independencia, no solo externa sino interna.

Diez años han pasado desde ese afortunado encuentro y el día de hoy Roberto se encuentra listo para corear y gritar canciones que lo han liberado, para seguir sintiéndose libre y divertirse con música que a él le hace feliz. Ha llegado al décimo aniversario de The Dragulas, banda de Glam Pop que presenta todo su arsenal con invitados de lujo en el Centro cultural España de México y Roberto está presente en esta gran celebración. Mientras The Dragulas pisa el escenario con su ya conocido performance en donde todo puede pasar, en donde cada uno es un personaje tipo cabaret, mientras son acompañados por enorme leyendas precursores del llamado “rock en español”.

The Dragulas logró que varias generaciones, no sólo las nuevas, sino otras que somos más antañas nos conectáramos con el show. Muchos pensaran que si solo llevan 10 años, como es que pueden tener invitados de lujo de diversas bandas setenteras y ochenteras, como Size, la Barranca, Las insólitas, por mencionar a unas cuantas. Esto se debe a que cada uno de los miembros de The Dragulas no son nuevos en esto, tienen más tiempo metidos en la escena indie y undergrund, que pocos como Roberto son quienes han escuchado su repertorio y se han cagado de la risa al verse libres con todo el frontman que presentan.

Roberto sabe muy bien sobre The Dragulas, sus andanzas en la música y arte histriónico, pues precisamente es eso el show de estos Drag, teatro musicalizado en toda la extensión de la palabra, apoyados de un montaje visual digital que nos lleva por un mundo loco y desenfrenado.

Durante tres horas Roberto se sintió exorcizado de nuevo,  Comulgo con un nuevo rito, tenía nuevos santos y lo que se ungía era confeti y colores brillantes en su piel.

The Dragulas ayudaron a un alma oscura y descarriada a seguir la luz del arcoíris.

 

 

 

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