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    Categories: Música

Tenemos que hablar de Kevin

Tenemos que hablar de Kevin

TENEMOS QUE HABLAR DE KEVIN

POR

ALLAN MÁRQUEZ

 

Ian Kevin Curtis, mejor conocido como Ian Curtis, frontman de la banda inglesa Joy Division ha sido encontrado muerto en su domicilio, se presume que fue un suicidio al ahorcarse con un tendedero de ropa en la cocina, el pasado 18 de mayo de 1980, un día antes de que partiera con su banda a una gira por Estados Unidos.  Ian tenía 23 años.

Varsovia está muy lejos y las bombas la han destruida. Es preferible sumergirse en la casa de muñecas y desplazarse con la milicia decadente al Joy Division por unos tragos y putas baratas.

Al fondo de la barra y en la oscuridad hay un joven melancólico y lleno de dolor, y de dudas existencialistas. Escribe en servilletas sobre las explosiones de Warsaw, mientras traga un par de píldoras y fuma un cigarrillo, el bartender  coloca un cenicero frente al chico. Kevin coloca su cigarrillo en él, termina su cigarrillo y su trago, toma sus servilletas y se retira del Joy Division.

Kevin camina solo pro las sombras de las calles de Manchester, sin mirar a alguien se detiene en una esquina y sobre la pasta de un libro de William B. (el almuerzo desnudo) escribe la palabra Digital. Mientras Kevin escribe, tres chicos se acercan a él, Kevin los mira, los chicos con tragos en mano lo invitan al Incubation, un bar solitario y atmosférico, donde solo se escuchan los humos de los cigarrillos y se respiran las voces de los poetas acabados.

Kevin observa que una chica cae del escenario ebria de dolencias y angustias, sin duda alguna ella ha perdido el control. Los tres chico que van con Kevin intentan levantarla, Kevin se sumerge entre las sombras y sale del lugar.

Autosugestionado y con el alma dolida, Kevin llega a casa. La penumbra lo embarga y las voces de las almas muertas le llaman una y otra vez. Kevin se refugia en una guitarra roída y una libreta, mira a su alrededor y observa a una chica rubia y sonriente, con un bebe en brazos, Kevin siente anhelo e irritación, apatía y deseo; la cabeza le da vueltas y piensa –no otra vez- Yace inconsciente.

Kevin ha despertado con vomito seco en su boca y con un terrible dolor de cabeza, se levanta lentamente y al fondo ve a otra chica, le llama la atención su porte y elegancia, trata de alcanzarla y tocarla pero al intentarlo la chica rubia con  bebe en brazos se interpone entre ambos. Kevin intenta hacerla a un lado pero es inútil, la chica elegante se aleja y desaparece en la penumbra.

Kevin cabizbajo mira a la chica rubia, ella le tiene la mano y el la toma, al hacerlo la chica elegante toma la otra mano de Kevin, Kevin la mira y se desmaya.

Sudado y agitado despierta de su letargo, los tres chicos lo levantan y lo reaniman un poco, Kevin mira a su alrededor y se percata que ninguna de las dos chicas está ahí. Los tres chicos observan papeles y paredes pintadas con frases sueltas “confusión e ilusión es lo que hay y no puedo huir” se puede leer en la pared más grande. Los chicos se miran, el más bajo susurra –“tenemos que hablar de Kevin”- mientras Kevin está sentado en un sillón en medio de ambas chicas y con píldoras en las manos.

 

 

 

 

 

 

Allan Marquez:

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