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Epidemia (1995) | República Cinéfila

En plena crisis mundial por el coronavirus obviamente todo se nos hace inmediato como ombliguista y escribo estas líneas a sabiendas que dentro de un tiempo todo esto será un recuerdo que volverá a este texto algo fechado, como si este tipo de situaciones no hubieran sido afrontadas por la sociedad anteriormente. Sin embargo, el mundo del cine con su capacidad para la especulación y la asimilación de los miedos sociales, nos recuerda que la paranoia es algo que puede rastrearse mucho más allá en el tiempo. Y si pensamos en pandemias y en virus incontrolables y en gente entrado en estado de pánico, ni siquiera hay que irse hasta la ciencia ficción de los años 50’s cuando a la vuelta de la esquina tenemos una producción como “Epidemia”, que en 1995 resumía mucho de aquellas películas a la vez que le incorporaba el costado pretendidamente cientificista que necesita toda fantasía post-moderna para ampararse en algún lugar cercano a lo posible aunque por entonces el virus de la solemnidad no estaba del todo instalado. Sin embargo en la película de Wolfgang Petersen había una ironía mayúscula, en la que se instalaba al cine como la mayor propaladora de estos miedos.  En esta entretenida cinta, la trama de su historia arranca con un virus que llega desde África a Estados Unidos a través de un simpático monito que es traído en un barco de manera ilegal. Ese monito contagia a un muchacho interpretado por el actor Patrick Dempsey en plan joven irresponsable que escucha música rock, que a su vez contagia a la novia y, por asociación, a un patólogo bastante descuidado que toma contacto con su sangre. Pero este patólogo, mucho más irresponsablemente que aquel joven, va al cine en un pésimo estado de salud y termina contagiando a todos en una de esas escenas emblemáticas en materia de poner la paranoia en imágenes: su tos toma cuerpo y viaja por la sala y con él la cámara y nosotros como espectadores introduciéndose en las fosas nasales y en la boca de todos los que están mirando la película. 
 
Epidemia
 
“Aparentemente todos ellos se infectaron en un cine” alerta Sam Daniels, el médico militar que interpreta Dustin Hoffman las estrellas del “cine serio” empezaban a tener empatía con el cine de entretenimiento y alto consumo, mientras mira una habitación llena de pacientes. Hay un corte inmediatamente a esas palabras y el filme, de manera bastante graciosa, termina por definir que el cine es un órgano clave tanto para la expansión de las paranoias como para la generación de conciencia. A través del Motaba, el virus asesino que protagoniza esta fantasía, “Epidemia” se anima a representar los miedos sociales que un virus como el Ebola potenciaban por aquel entonces. Pero la cosa era mucho más compleja si pensamos que para mediados en la década de los años 90’s el HIV era un virus todavía incontrolable. Aquel imaginario era expuesto de manera bastante naif, en una historia que terminaba siendo una suerte de película de rematrimonio con virus. “No puedo creer que tomes un virus mortal y lo conviertas en un asunto familiar”, le tira Daniels a Robby Keough su colega y ex esposa interpretada por la modelo y actriz René Russo. Es que como en las fantasías spilbergianas, o como en el cine catástrofe tan rebooteado en los 90’s a partir del uso del efecto visual digital en CGI a propósito, “Epidemia” tiene una sola escena explícitamente digital, un viaje horrible por un conducto de aire acondicionado, la película de Petersen no deja de usar ese terror global para hablar de algo individual y personal: la relación de Sam y Robby, ese tira y afloja de screwball comedy que se estira a lo largo de toda la película y que llega hasta el plano final. Luego de un gran prólogo ubicado en la década de los años 60’s, con un uso ejemplar del fuera de campo para sugerir el horror, Petersen regresa al presente y con un plano secuencia muy virtuoso nos muestra el espacio laboral donde nuestros protagonistas se mueven como peces en el agua. De ahí salta a una imagen de lo más doméstica, Daniels bañando a sus perros, que son el botín de guerra en el divorcio con su ex pareja. Todo eso que pasa es lo mejor que tienen para ofrecer “Epidemia” y Petersen, que venía de la eastwoodiana cinta “En La Línea de Fuego” (1993) y comenzaba aquí un paseo por el cine de gran presupuesto como “Avión Presidencial” (1997), “Una Tormenta Perfecta” (2000), “Troya” (2004) y el fracaso taquillero del remake en “Poseidón” (2006) que se extendería hasta bien avanzada la década del 2000 con el paupérrimo remake de la clásica cinta“Poseidón”Hacia el final “Epidemia” apura las cosas, convierte a Hoffman en un improbable e incómodo héroe de acción, juega al thriller político con consecuencias algo irregulares allí están Morgan Freeman y Donald Sutherland como palomas y halcones del ejército estadounidense y todo se vuelve demasiado discreto. Sin embargo lo que mejor funciona en este filme, como es regla en el género del cine catástrofe, son las relaciones entre los personajes incluidos buenos actores como Kevin Spacey y Cuba Gooding Jr., ese condimento humano que devuelve la fe no sólo en la humanidad sino también en el cine más ampuloso y maquinal, ese virus del cine mainstream que en los años 90’s comenzaba a tomar forma y que se volvería mucho más mortal que el cruel Motaba.
 
Lic. Ernesto Lerma, titular de la sección y columna periodística.

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