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El ejército de los muertos | República Cinéfila

Después del fracaso de Liga de la Justicia, o más bien, de todo ese universo extendido de DC cuya planificación encabezaba para Warner, podría decirse que El ejército de los muertos representa una vuelta a los orígenes para el director Zack Snyder.
 
Esos vinculados con su ópera prima, El amanecer de los muertos (2004), donde supo releer con acierto la mitología genérica creada por George A. Romero. Pero claro, esta nueva incursión en el sub-género de zombies es con todo el respaldo económico de Netflix, lo cual supone la confirmación de ese Snyder que empezó a consolidarse con Watchmen (2009) y Mundo surreal (2011) con ese ambicioso y trascendental, además de excesivo y por momentos directamente pedante. Lo que se termina viendo en El ejército de los muertos es esa doble cara de Snyder, sin llegar a definir una identidad consolidada. Por un lado, vuelve a aparecer ese realizador que procura construir personajes antes que discursos y que se aferra a distintas herramientas genéricas, a partir de un relato situado luego de un brote zombie en la ciudad de Las Vegas y centrado en un grupo de mercenarios que intentan llevar a cabo un enorme robo a un casino.
 
El ejército de los muertos
ARMY OF THE DEAD (L to R) DAVE BAUTISTA as SCOTT WARD,ZACK SNYDER (DIRECTOR, PRODUCER, WRITER) in ARMY OF THE DEAD. Cr. CLAY ENOS/NETFLIX © 2021
 
Por otro, el cineasta más preocupado por el diseño estético que por la historia y que piensa todo en términos de franquicia, y que encima concibe al entretenimiento como algo pesado y solemne. Ese debate interior y conceptual se da de manera constante en el filme, y los diferentes indicadores aparecen por todos lados, en un andamiaje contradictorio, que aún así se las arregla para ser dinámico. Por eso los primeros minutos de El ejército de los muertos tienen un ritmo endiablado y vuelven a exhibir esa capacidad de Snyder para presentar conflictos con algunos recursos visuales bien utilizados, al igual que en el arranque de El amanecer de los muertos y en la secuencia de créditos de Watchmen. Sin embargo, aún ahí pueden detectarse gestos que van desde lo excesivamente canchero -las obvias referencias a la música de Elvis Presley– hasta lo gratuito, como una secuencia de montaje que imagina un escenario totalmente contrario al que se van a encontrar los protagonistas. Y a medida que pasan los minutos, el filme se ve en la necesidad de acumular elementos, tramas, subtramas y distintos personajes que no llegan a aportar lo equivalente a los minutos que ocupan: hay un poco de alegoría política y corporativa; pero también de romance; insinuaciones homoeróticas; traiciones cruzadas; humor sarcástico; situaciones cercanas al thriller; y la ambición de delinear un universo que sirva de soporte para una franquicia (ya hay en marcha una precuela y una serie animé, que también llegarán este año). 
 
El conflicto central que asoma tras ese robo con cada vez más complicaciones y obstáculos es el de un padre (Dave Bautista) y su hija (Ella Purnell), tratando de reconstruir una relación rota en el medio de un contexto cercano a lo apocalíptico. Es ese vínculo paterno-filial lo que posiblemente más le interese contar a Snyder, pero su propia parafernalia audiovisual le impide construir un drama familiar sólido que se fusione fluidamente con todo el resto del andamiaje. Si el Snyder de El amanecer de los muertos era un artesano competente y a la vez humilde, que entendía que tenía que ponerse al servicio de la narración, y por eso conseguía delinear personajes atractivos, el actual es uno al que le cuesta bajarse del pedestal que le inventaron -bastante arbitrariamente- a partir de algunos éxitos taquilleros. De ahí que El ejército de los muertos sea un entretenimiento correcto, pero con una galería de protagonistas que casi nunca salen del estereotipo y apenas si generan empatía. La nueva película de Zack Snyder lo muestra tratando de volver a las fuentes de su cine, aunque no puede evitar recurrir a los fuegos de artificio de sus últimos años como realizador.
 

 
Mi 8 de calificación a este filme donde más reflexivo que nunca, Snyder entrega su mejor cinta en años porque si la pregunta es “¿Dónde nos gustaría que Zack Snyder pasara los próximos años?”, El Ejército de los muertos nos da la respuesta: “Tan lejos de los superhéroes como sea posible“. Porque, después de casi ocho años aguantando sus mastodontes abotargados con el sello de DC, el regreso del director al género de zombies ha resultado en una película realmente entretenida y personal. Así, de primeras, el filme parece devolvernos a los modos del Snyder más engorilado: una secuencia inicial que nos muestra el origen más ridículo posible para el cataclismo (más que en 28 días después, lo aseguramos) y unos títulos de crédito que, haciendo gala del mismo talento que los de Watchmen para la compresión narrativa, prometen una ración de higadillos en crudo aliñada con humor macabro. 
 
Si uno se fija, no obstante, esta misma secuencia esconde la trampa oculta en una historia cuyo humor se ennegrece pasados unos minutos escasos. Cuando toca poner la carne en el asador, El ejército de los muertos resulta no ser una película sobre superhombres y supermujeres abriéndose camino a tiro limpio por una marea de cuerpos en descomposición, sino sobre un país que esconde sus tragedias bajo eufemismos y purpurina. Que nadie se lleve las manos a la cabeza: aquí, Snyder sigue echando el resto en sus escenas de acción (las cuales, salvo excepciones, pueden no son nada del otro jueves), mantiene su gusto por el kitsch (el fandom despertado por Valentine, el tigre zombie, debería dejarlo claro) y sigue apostando por atar entre sí a sus personajes mediante los hilos de lo graciosillo (véase la relación entre el cerrajero wagneriano y el doctor en Filosofía con motosierra, por ejemplo).  Sin embargo, junto a estas constantes corre un poso de amargura imposible de ignorar.
 
El ejército de los muertos
ARMY OF THE DEAD (L to R) ZACK SNYDER (DIRECTOR, PRODUCER, WRITER) in ARMY OF THE DEAD. Cr. CLAY ENOS/NETFLIX © 2021
 
Y no solo por la relativa escasez de bufonadas, o por lo bien que se le da a Dave Bautista poner cara de pena, sino también por ese retrato de unos Estados Unidos que hacinan a su clase trabajadora en campos de concentración y cuyos telediarios (un coro griego que es puro Frank Miller, pero esta vez del bueno) parecen sacados de los extras del dvd de Idiocracia. La trama tras el estallido de una plaga zombie en Las Vegas, un grupo de mercenarios se juega la vida entrando en la zona de exclusión para dar el golpe definitivo: robar la cámara acorazada de un casino. Así pues, El ejército de los muertos ofrece una buena cantidad de sorpresas, las cuales no siempre están bien conjugadas, y podrán dejar frío a más de un espectador. Pero uno se siente tentado a la indulgencia, entre otras cosas, porque el eje de la historia es la relación entre un padre y una hija. Algo sobre lo que Snyder es el único con derecho a dar explicaciones, si es que alguna vez le apetece darlas.
 
Lic. Ernesto Lerma, titular de la sección y columna periodística.

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