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Tatsuya Nakadai, un ícono del cine japonés, falleció a los 92 años.

Tatsuya Nakadai, veterano actor japonés conocido por películas como Ran, El infierno del odio y Harakiri, falleció el sábado a los 92 años. Sus colaboraciones con algunos de los más grandes directores de Japón lo consagraron como un ícono de la «Época Dorada» del cine japonés.

Murió de neumonía, según un comunicado de Mumeijuku, la escuela de actuación y compañía de teatro que él mismo fundó.

Nakadai comenzó su carrera como actor de teatro y se mantuvo fiel a las tablas durante toda su vida, en parte porque, a diferencia de muchos actores de la época, rechazó firmar un contrato de exclusividad con un estudio cinematográfico. Esta decisión le permitió interpretar diversos papeles —en epopeyas samuráis, dramas realistas, thrillers policíacos e incluso ciencia ficción— y trabajar con numerosos directores a lo largo de su trayectoria.

Tras un breve cameo en la película de Akira Kurosawa de 1954, Los siete samuráis que, además, es la más aclamada internacionalmente del actor, protagonizó la trilogía de Masaki Kobayashi, La condición humana (1959-1961). En esta trilogía, Nakadai interpreta a un soldado pacifista en el Japón de la Segunda Guerra Mundial.

Atribuyó gran parte de su éxito a Kobayashi, a quien consideraba su mentor. «Si bien le debo mucho a Kurosawa», declaró a Criterion Channel en una entrevista traducida al inglés, «el director que me descubrió y me convirtió en el actor que soy hoy fue Masaki Kobayashi».

Durante el rodaje de La condición humana, que duró aproximadamente cuatro años, Nakadai continuó trabajando con Kurosawa. Compartió pantalla con Toshiro Mifune, otra leyenda del cine japonés, en Yojimbo (1961) y Alto y oscuro (1963).

Con Harakiri, la colaboración entre Nakadai y Kobayashi alcanzó su punto álgido. En esta película de 1962, Nakadai interpreta a un samurái solitario que pide permiso a un señor local para cometer harakiri, una forma de suicidio ritual. El actor empleó una voz narrativa estilizada para dar vida al personaje, relatando los acontecimientos que lo llevaron a su perdición, evocando el kabuki, una forma de teatro tradicional japonés. En una entrevista de 2005, Nakadai describió la película como un «drama de diálogos», que le permitió aplicar lo aprendido en el escenario a su interpretación en la pantalla. No sorprende, pues, que el actor, que consideraba el teatro su principal profesión, prefiriera Harakiri a todas sus demás películas.

«Sentí como si estuviera escalando, y la pesada carga fueran las obras maestras de todos».

Quizás su papel más famoso llegó en 1985 con la última epopeya de Kurosawa, Ran, basada libremente en El rey Lear. Aunque solo tenía cincuenta y tantos años, Nakadai interpretó al anciano señor de la guerra Hidetora Ichimonji, con un elaborado maquillaje para encarnar plenamente al personaje.

Las numerosas oportunidades que Nakadai disfrutó como actor conllevaron una gran presión. «Para mí, mis veinte años fueron como escalar el monte Fuji con una pesada carga a cuestas, jadeando y resoplando», declaró en 2005. «Sentía que yo escalaba, y la pesada carga eran las obras maestras de todos».

La «pesada carga» que soportó como figura clave en el desarrollo del cine japonés no ha pasado desapercibida en Japón. En 1996, recibió la Medalla de Japón con Cinta Púrpura, que honra a quienes destacan en las artes y las ciencias, y en 2015, el emperador le otorgó la Orden de la Cultura, el máximo honor que se concede a los ciudadanos con importantes logros en las artes y las ciencias.

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