CineImagem Filmes LatamLionsgate FilmsOpiniónRepública CinéfilaReseñas

República Cinéfila | Hellboy (2019)

¿Otra decepción de película de superhéroes de Hollywood? En este caso no del todo, pero con el nuevo inicio de la saga de “Hellboy” se nos presenta a un personaje muy distinto. Lejos quedó aquel hombre-demonio que nos trajo el cineasta mexicano Guillermo del Toro en los años de 2004 y 2008, con cuerpo de adulto, pero inocente y hasta infantil. Rojo, como también lo llaman, aparece ahora con un aspecto más terrorífico, al igual que todo su entorno. En cuanto a su carácter, su tendencia dubitativa pondrá en duda al bien y al mal. Mientras que Del Toro se enfocó en una estética bien trabajada, tanto del entorno como de los personajes, el director norteamericano Neil Marshall se interesa más por la monstruosidad.
 
La sinopsis oficial en la trama nos dice que Hellboy (David Harbour) está de regreso y está que arde. Llega una historia llena de acción con el legendario mitad demonio y mitad superhéroe, llamado a la campiña inglesa para luchar contra un trío de gigantes alocados. Allí descubre a la Reina Sangrienta, Nimue (Milla Jovovich), una antigua hechicera resucitada, sedienta de venganza por una traición pasada. De pronto, atrapado en un encuentro entre lo sobrenatural y lo humano, Hellboy ahora está empeñado en detener a Nimue sin provocar el fin del mundo. En mi opinión en este sentido, en el filme el contexto no es lo llamativo, en cambio cada uno de los seres no humanos que aparecen tienen una gran distinción física. Se explora la incomodidad en la fealdad, en lo repugnante. Todo esto con el fin de crear esa distancia apropiada entre los humanos y los que no lo son. Hay una escena en la que funciona muy bien la otredad planteada en la película. Hellboy recibe un beso de una monstruosidad, que resulta altamente provocativo para quienes lo vemos por lo repugnante del personaje, pero él ni se inmuta. Aquí Marshall logra un gran juego, porque sabe que los espectadores empatizamos con aquellos personajes que aparecen al margen de la sociedad, pero que aun así, a veces, es difícil no reaccionar ante ciertos momentos incómodos. Hellboy posee una tonalidad de rojo que parece sangre. Su cara es un poco peluda y sus rasgos están bien marcados. Su pelo es largo y negro y los ojos son bien oscuros. La forma en la que mantiene cortados sus cuernos ya no es idílica y graciosa, se puede ver el dolor en sus cortes. El filme logra mostrar lo que el personaje deja de sí para pertenecer y lo que no puede disimular. Por esto también es que aparece como un ser renegado y solitario, sufrido e incomprendido.
 
Hellboy
Shotgun
 
La mala noticia para esta nueva versión de “Hellboy” es que el público medianamente exigente abandonará el relato incluso si se mantiene en la sala pues a fuerza de explicarnos todo todo el tiempo ustedes verán nuevamente el origen del héroe y de descuidar su única secuencia memorable dejándola en el páramo de los cabos sueltos como por ejemplo el encuentro con la bruja Baba Yaga y la apuesta que se hace en ella, la película se transforma en una plaga de sketches sin cohesión que lo mismo da atestiguarla en el orden que ha decidido la junta de producción o cualquiera otro que se le quiera dar. Otra aproximación. La elegancia y el ritmo que tienen las dos historias anteriores de este héroe recuerden, hablamos de cine de entretenimiento de calidad se pierde por completo en el deseo de unir todo lo que ayudó a aquellas a comunicar emociones. En su lugar, en la necedad de sumar las partes de un Hellboy querido y explorado donde Marshall se atreve incluso a resucitar el dilema del monstruo que quiere dejar de serlo, en esa tormenta de situaciones que ya no en el ritmo de aventura y novela en la que lo perfiló Del Toro, sino en el de la secuencia rápida, de la edición apresurada, de lo intempestivo: todo tiene que caber.
 
Rojo queda relegado, nuevamente, en los márgenes. Defiende a una especie a la que no pertenece y ataca a los que se le parecen, pero con muchas dudas. La soledad del personaje lo vuelve un héroe muy reflexivo. Aunque sus condicionamientos son muchos, Hellboy se atreve a dudar de sus acciones y propósitos en la vida. Se pregunta -al igual que muchos espectadores- qué es luchar por el bien, para qué sirve, quiénes están detrás del mal. Este “Hellboy” se torna mucho más filosófico desde sus planteos. Sus resoluciones, sin embargo, están más vinculadas a lo irascible de su carácter, por lo cual, luego de reaccionar, va deliberando con lo que ya ha ocasionado. Si esta nueva Hellboy despliega una buena elección musical, generando cortes en el filme que le otorgan cierto dinamismo y un tono risueño, quizás su gran problema llega a la hora de poner en escena las luchas, que se alargan un poco más de lo que debieran, ya que no presentan grandes giros que las justifiquen. Aun así, consigue destacarse por darle una vuelta de tuerca cerebral a su protagonista. Una voz en off nos da la bienvenida y esa es una terrible noticia. Otra mala nueva la explicación y la condescendencia toman por asalto lo que en su momento Del Toro esculpió con emoción y estilo para plasmar en las pantallas del cine de entretenimiento a uno de los personajes favoritos en el inicio del siglo XXI. De alguna forma el “Hellboy” versión 2019 anuncia su debacle cuando explica en su arranque lo que pudo entenderse con acción visual y lo confirma a golpe de flashback cada vez que se atora su guión, un amasijo de ingredientes que estuvieron juntos pero nunca tan revueltos como aquí: los involucrados en esta nueva película no tienen confianza en su público, por lo menos no la gigantesca confianza que nos tuvo Del Toro, autor de los guiones de las películas pasadas. A los pocos minutos de iniciada la historia, con la prisa con la que nos suelta los ingredientes en crudo, sin ganas de conjugarlos y con presentaciones precoces, uno adivina la junta de producción dirigida por los dueños de los números que ahora pidieron que todo aquello que la gente aplaudió en las historias pasadas se repitiera a mansalva, con la torpedera premeditación de las malas drogas, con el pulso acelerado de la impotencia creativa. Este Hellboy tropieza consigo mismo de distintas formas. A fuerza de hacer obvias acción, emoción, aventura, mitología y mensaje desechando creatividad e inteligencia porque eso no cabe en las ecuaciones de mercado, el “Hellboy” de Neil Marshall de él sólo vale recordar “El Descenso” (2004) carece por completo de mística, de misterio, no tiene atmósfera, arroja demasiada información temeroso de que el público en quien no confía se distraiga y abandone este relato atiborrado de secuencias y personajes desechables como la hermandad Osiris es algo tan poco importante que la secuencia que le sigue a su enorme contratiempo peca de precaria en el cuidado de sus efectos digitales.                                                                                   
 
Hellboy
Demon Hands
 
Mi 7.5 de calificación a esta nueva entrega de Hellboy que se transforma entonces del héroe atormentado pero con estilo en un gigantón desgarbado y desprolijo por cierto nada en contra de la interpretación del actor David Harbour, ya que él siguió órdenes que pasa de la apariencia casual a la del descuidado heavy metalero adolescente. Y con ello la película se arrastra al mismo agujero. Habrá quienes vean en ella humor negro y ácido cuando eso es precisamente de lo que más carece. Es más bien una retahíla de chistes que suenan a incorrección por ello la metralla de palabrotas, pero que se quedan en chiste de ocasión que no narra sino parcha. Habrá quienes en sus sangrientas escenas encuentren violencia y discurso adulto cuando en realidad la película abandona su nitidez y sus atmòsferas para llenarlas con la testosterona de las peores portadas del heavy metal ochentero, de calaveras sangrantes y ojos desorbitados, de ropas desgarradas, que envuelven vinilos con discordancias púberes que gritan pero no dicen, en las que no hay rabia sino ganas de que todos volteen a ver eso sí, una de las etapas más gratas de mi vida, nada que no encontremos en los videojuegos que los púberes de hoy exploran día a día. Pero no todo está perdido. Si ustedes se encuentran justo en la edad de la emoción desbordada, en la que los cabos sueltos no pasan de ser un regaño de los padres, en la que la música se escucha a volúmenes que no dicen sino que sólo llaman la atención, tendrá usted el mismo entretenimiento y rebeldía que se obtiene al usar las escaleras eléctricas en sentido contrario. Sólo sugiero que después explore la montaña rusa que son, fueron y serán las dos películas hollywoodenses anteriores del muchacho del infierno. Esas sí son indispensables. Esta es simplemente buena.       
 
Reseña: Hellboy (2019)
                                                                                                                    
Lic.Ernesto Lerma, titular de la sección y columna periodística.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

SiteLock
LATEST NEWS