Un Escotillón en el Proscenio. La Prudencia para Saborear
El teatro es el momento, la acción y reacción, estas son proyectadas a nuestra mente en un espacio idóneo para realizar comunión, la prudencia para saborear es elemental, dicho de otra forma, uno como observador debe mantenerse al margen, no pretender captar la atención ante la celebración de la ficción-realidad, cuando controlas esos impulsos (digamos actitudes socio-populares silvestres… ese hueco para sentir al degustar) podrás reflexionar las historias que se posan ante ti.
Los tiempos han cimentado un consumo visual volátil, pocos se toman el tiempo para degustar una historia que vaya acompañada de momentos cruciales en la vida del personaje, dejamos de ser individuos contemplativos y tan solo miramos para llenarnos de información, omitimos sensibilidades cotidianas, las que encontramos dentro de un guión, donde el grupo de actores te transmitirá emociones, la televisión con sus series, telenovelas y demás programas, sean de opinión o comedia, nos implantan su estilo característico, nos entretienen reflejando la “realidad de nuestro entorno social”, mostrando ante nuestros ojos “la inquietud individual”, para motivar a realizar un perfil de status social o comportamiento general propuesto por el medio.
“Nunca será lo mismo observar al personaje de frente, que mirar la historia de manera impersonal, es como obsequiar un beso, y no permitirte palpar con libertad y confianza otro cuerpo” (Marcos Cruz “Patxo”).
Solemos buscar circunstancias que rompan la armonía, por desgracia nunca las encontraremos en las imágenes mediáticas brutales o anécdotas con tintes amarillos, nos opaca la costumbre de reflexionar las acciones comunes del humano, el teatro te lo obsequia, al brindarte historias y acompañarte de la mano en situaciones donde la gran diversidad de perspectivas, te harán vivir la catarsis.
Ofrezcamos tiempo a nuestra mente, escuchemos de frente lamentos como susurros, para que vibren todos nuestros sentidos, y podamos ser el complemento adecuado que generé la fusión de espectador-actor.
En alguna ocasión el pintor Salvador Dalí comento que el saborear con cautela, provocará en una persona la degustación especial, él se refería a un estado sublime, en el cuál se sometía para no tener que requerir de sustancias estupefacientes, y así ser alguien que disfrute en realidad de sus sentidos otorgados, el mirar, oír, palpar, saborear y oler.
¿Acaso será la fórmula para recorrer nuestro subconsciente surrealista?
Me despido de ustedes esperando les haya sido de su agrado, invitándolos a ver alguna obra de teatro, sea de cualquier género o estilo.
Marcos Cruz “Patxo”