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República Cinéfila | La Forma del Agua

Mi 9.5 de calificación al aclamado filme hollywoodense: La Forma del Agua.

Considerada como una de sus obras maestras, disfruté de una llamativa e interesante historia de amor en mi opinión como critico de cine de una casi perfecta cinta con “La Forma del Agua”, el reciente éxito tanto de publico como de critica a nivel mundial con la inventiva en su imaginación visual del cineasta mexicano Guillermo del Toro, que nos presenta entre escenas de acción el romance entre dos seres en la que las diferencias físicas del otro no importan y donde el acto sexual no se observa con morbo.
 
La historia es ambientada en la época de la Guerra Fría en Estados Unidos en el año de 1962, en donde se cuenta la trama de cómo en un laboratorio oculto de alta seguridad militar del gobierno, se encuentra en cautiverio un ser monstruoso, un experimento secreto de dos patas, una cola y dos brazos. Ahí trabaja la solitaria Elisa (Sally Hawkins), una mujer muda quien al lado de Zelda (Octavia Spencer), descubre el experimento clasificado como secreto. Entre escenas de acción y romance, la cinta ofrece al espectador una historia romantica, en la que las diferencias físicas del otro no importan.
 
Es en el fondo una historia bella y elegante acerca de la esperanza y la redención, como un antídoto ante el cinismo de nuestros tiempos. La historia cobra la forma como de un cuento de hadas, en cuanto a que hay un ser humano humilde que se topa con algo más grande y trascendental que cualquier cosa en su vida. Y después Del Toro tiene la gran idea de yuxtaponer ese amor contra algo tan banal y malvado como es el odio entre naciones, que es la época de la Guerra Fría entre Norteamérica y la entonces Unión Soviética, y el odio que lamentablemente aun hay entre la gente debido a la raza, el color, la capacidad o el género. Además del León de Oro, recientemente “La Forma del Agua” obtuvo el premio Globo de Oro 2018 a la Mejor Dirección, acto relevante para el cineasta jalisciense y para esta brillante película, la cual se coloca obviamente como una de las favoritas para la próxima entrega de las estatuillas doradas del Oscar. Hasta este momento, ha recibido más de 150 nominaciones en premiaciones y festivales de todo el mundo.
 
La Forma del Agua
Sally Hawkins y Doug Jones
 
Del Toro con su mundo fantástico que construye de las criaturas, los vampiros, los superhéroes, porque sus monstruos son los santos patronos de una dichosa imperfección. Y permiten al encarnar la posibilidad de fallar y vivir, es para mi gusto, su primera película adulta, como bien la ha llamado la critica internacional, es optimista, una historia de amor entre una empleada de limpieza de un laboratorio ultrasecreto del gobierno de Estados Unidos y una criatura anfibia presa en un tanque de agua, comparada con su otras alabadas cintas “El Laberinto del Fauno” (2006), “Cronos” (1993) y “El Espinazo del Diablo” (2001) que fueron más sombrías, explorando temas como la pérdida y la nostalgia. Aunque algo permanece intacto en su personal estilo cinematográfico, que es el de la distinción entre las criaturas y los monstruos y también de hecho, la relación entre los niños y los ancianos que es una constante en su obra fílmica.
 
El actor Doug Jones, quien interpreta a la criatura marina, ya había sido otro ente acuático en otras cintas de Del Toro. Se supo que en un inicio, que la película iba a ser en blanco y negro, pero por motivos de presupuesto la hicieron a color, pues el estudio de Hollywood 20th Century Fox que actualmente pertenece a Studios Disney que lo compro, le dijo al mexicano que si la hacía en blanco y negro, sólo le darían 16.5 millones de dólares, mientras que si la hacía a color recibiría 19.5 millones. Jones ha aparecido en diferentes películas del estupendo cineasta incluyendo “Mimic” (1997), “La Cumbre Escarlata” (2015), “El Laberinto del Fauno” y las 2 películas de “Hellboy” (2004/2008), donde hace el papel del agente Abraham Sapien, un hombre anfibio. Esta película juega con esos tonos y su discurso no lógico, meramente emocional, también como un discurso de normalidad, una herramienta que subraya el encierro de Elisa tanto en sus rutinas como en sus ideas, ahorcadas y mutiladas como su voz. Pero también le dan la oportunidad a Del Toro de insertar un nuevo color, cuando el cambio en su historia y en sus personajes tiene que comunicarnos más de lo que la narración convencional requiere maneja bien forma y fondo.
 
Mi 9.5 de calificación bien ganado a esta casi obra maestra, ya que es como un cuento de hadas, con una variación siniestra, sombría y mortal donde Guillermo del Toro retoma los elementos del clásico cuento “La Bella y La Bestia”, muy recurridos en la ficción y que funciona muy bien en el mundo del cine, para presentar una maravillosa fantasía que provoca vértigo, por la insólita mezcla de géneros y su tratamiento adulto, con momentos cargados de sexualidad, exponiendo a su inocente protagonista a los horrores de la peor maldad, mezclando las acechanzas, en un delirante juego de ambivalencias, con la candidez de una mujer que es como una madona desvalida.
 
Pese a la imposibilidad de su amor, Elisa (Sally Hawkins) se visualiza en un futuro maravilloso, dolorosamente ingenuo. Perversamente, la historia la exhibe, entrometiéndose en la intimidad de sus ilusiones, mientras pasa por un estado de ensoñación cándida, proyectándose con el ser en un escenario insólito de música, júbilo y danza. En el momento sublime de su romance destinado a la fatalidad, hay una danza erótica bajo el agua, donde la fusión es plena, con un acompañamiento musical terso del competente compositor musical Alexandre Desplat. Está entregada, literalmente, en alma y cuerpo a un ser desconocido, bestial, que provoca pavor a sus captores pero que, ante ella, se comporta como una mascota afectuosa. Son dos parias que el mundo rechaza. 
 
El viaje es muy alucinante, al establecer el pacto ficcional en su propuesta, el realizador mexicano demanda una complicidad total que logra en el espectador. Por ello se toma enormes libertades creativas para permitir que el villano de la trama, el brutal agente de seguridad Strickland (Michael Shannon), que se encarga de vigilar a la criatura, sea tan ciego y no perciba el complot que se fragua bajo sus narices. “La Forma del Agua”, con todas estas capas abriéndose y cerrándose como flores de una jungla activa, viva, palpitante, es un dibujo de la Guerra Fría en un thriller en forma podría decir, como elemento de control del pensamiento y los actos del mundo entero, la manifestación más burda del “Gran Hermano” (“Big Brother”), un duelo de falos orgullosos que hicieron del planeta un parque de ensayos nucleares.
 
Pero es también un reclamo del autor que al recoger su historia de amor, improbable, rechazada nos dice que incluso en situaciones tan tensas como la de ese periodo histórico, con un acercamiento más femenino amoroso y protector nos habría heredado un mundo más armónico, menos bíblico por los enormes los discursos de Strickland y en consecuencia menos apocalíptico. Otra joya mas en la corta, pero muy fecunda filmografia del cineasta mexicano.
 
Lic.Ernesto Lerma, titular de la columna y sección periodística.

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