Hay que reconocer que el concepto de terror que en su forma rodea a la popular y taquillera saga de “12 Horas Para Sobrevivir” en un título local para el nombre original “The Purge”, que podría traducirse fácilmente como “La Purga” o “La Expiación”, es muy atractivo por más que invite al análisis y a la reflexión en su fondo, ya que la idea de que en un Estados Unidos distópico se reserven doce horas al año para que la población cometa cualquier crimen sin castigo con el agregado de que el cumplimiento de ese ritual permita solucionar la mayoría de los problemas socio-económicos, trayendo un nuevo orden es un trampolín para una multiplicidad de historias viables.
Para mi opinión y percepción personal desafortunadamente, la franquicia nunca llegó a explotar totalmente su potencial, la primera entrega en 2012 era un típico thriller de invasión hogareña discretamente ejecutado; la segunda en 2014 fue la más lograda a partir de cómo utilizaba el espacio urbano y los niveles un tanto absurdos de violencia; y la tercera en 2016 se dejaba llevar en exceso por la alegoría política. En mi opinión y critica personal, esta cuarta parte repite los defectos de la primera y la tercera película, y casi ninguna virtud de la segunda cinta. Pero primero aquí tenemos la sinopsis oficial en la trama de esta historia en una nueva película, “Toda tradición es el resultado de una revolución” es el lema del partido político norteamericano los Nuevos Padres Fundadores de América (NFFA) que ponen a prueba una controvertida y polémicateoría sociológica que expone la violencia total de la sociedad por una noche en una comunidad empobrecida en Estados Unidos, a fin de ayudar a contraer la tasa de criminalidad por debajo del 1% durante el resto del año. Pero cuando la corrupción de los gobernantes se encuentra con la total furia del pueblo, un impresionante contagio de violencia explota desde las fronteras de la ciudad de Nueva York que ha sido puesta a prueba y se extiende por toda la nación, guardando así atroces y violentos sucesos.
Lo cierto es que “12 Horas Para Sobrevivir: El Inicio” es una buena y mas que correcta precuela de los anteriores filmes, centrándose en cómo se llevó a cabo de manera experimental la primera Purga, impulsada por los Nuevos Padres Fundadores de América, una tercera fuerza política que llega al poder gubernamental a partir de una crisis económica sin precedentes. El experimento se realiza en Staten Island, uno de esos distritos plagados de pobreza y criminalidad en las afueras de la ciudad de Nueva York, convocando a la participación voluntaria a partir de la incentivación económica.
La película del director Gerard McMurray va desplegando, de manera bastante errática, distintas subtramas y personajes, por ejemplo hay una chica que milita en contra del experimento pero que tiene un hermano que acepta participar porque necesita dinero; el jefe narcotraficante del barrio y ex novio de la militante que teme lo que puede deparar la Purga porque no puede controlarla; un psicópata y otros criminales que ven la oportunidad de cometer toda clase de atrocidades y saldar cuentas; una doctora (con una Marisa Tomei, para mi gusto totalmente desperdiciada) que diseñó el experimento pero pronto se da cuenta que las pruebas pueden ser fácilmente alteradas de acuerdo a los deseos de los poderosos; y claro, las autoridades gubernamentales, que están dispuestas a todo para mostrar que la idea de la Purga es viable, lo cual incluye infiltrar a mercenarios para agiten la violencia en la zona y, de paso, liquiden a una buena cantidad de pobres.
El recurso a los tópicos del gueto acaba metiendo a esta producción en jardines de los cuales apenas sabe escabullirse, por ejemplo la evolución del narcotraficante encarnado por el actor Y’lan Noel resulta poco creíble, en el mejor de los casos, y una idealización peligrosa, en el peor. Pero estos detalles resultan marginales comparados con la mayor pérdida que esta película representa para la saga. El gran problema de este despliegue es que la cinta, a pesar de todos los personajes que presenta, siempre está más preocupada por bajar línea política, y con un nivel de trazo grueso. Los discursos que se van sucediendo sobre la violencia imperante en las personas, la cultura armamentística, las luchas de clases, el racismo, cómo el Estado quiere deshacerse de los pobres, las manipulaciones gubernamentales o el rol de los medios no solo carecen absolutamente de originalidad de hecho atrasan como medio siglo sino que se repiten a lo largo del metraje, una y otra vez, hasta el hartazgo. Y como encima no hay personajes, sino meros estereotipos mínimamente funcionales al guión, solo queda el mensaje, al que se le notan rápidamente las contradicciones e incoherencias.
Por eso queda muy en evidencia el inverosímil recorrido que hace el jefe narco, que casi instantáneamente se convierte en un épico defensor del bienestar de las personas a las que les vendió drogas durante años; o la hipocresía de la puesta en escena, que pretende criticar el exterminio de los indefensos mientras busca formas cada vez más rebuscadas de exponer matanzas. Todo es tan banal y superficial en “12 horas Para Sobrevivir: El Inicio” que, a pesar de su tono impostado y solemne, ni siquiera ofende. Tampoco funciona como involuntaria sátira política. Estamos simplemente ante una película bien entretenida en su forma pero intrascendente en su fondo, cuya fórmula de base está agotada o, quizás, nunca utilizada de la manera adecuada. No hay un gran suspenso, terror, acción ni política; solo un discurso vació y personajes fácilmente olvidables.
Mi 8 de calificación a esta producción cinematográfica con poco discurso y mucha locura en el capítulo más prescindible del serial, hace parecer que al creador de la saga James DeMonaco y cineasta de las 3 filmes anteriores, se le ha aparecido la Virgen. Y, por raro que parezca, dicha virgen se llama Donald Trump, porque este cinta ha nacido cuando el auge de la ultraderecha en Estados Unidos empezaba a ser una amenaza patente, la franquicia ha ido volviéndose más explícita con cada entrega, desde sus comienzos home invasion en “The Purge” al panfleto pro-Hillary Clinton de “Election”. Ahora, con el magnate inmobiliario propagando vergüenza ajena como presidente desde la Casa Blanca, el serial aprovecha una ocasión de oro para cargar las tintas en su mensaje, acercándose así a un contexto más similar al nuestro que la distopía mostrada por las películas predecesoras. Lo cual debería de estar muy bien, salvo por un detalle, que la primera purga es la menor entrega de la franquicia. Esto debido a que, siendo afroamericanos la mayoría de los personajes de su guion, la película necesitaba un director de dicha etnia. Sean cuales sean sus intenciones, esta decisión ha creado dos problemas.
El primero, que la puesta en escena de Gerard McMurray es aún más tosca que la de su predecesor el cual, a su vez, mostraba en las entregas anteriores mas sutilezas. El segundo: que el libreto no está a la altura de las circunstancias, llenando de clichés y tópicos las voces de unos personajes que parecen tomados de la serie televisiva “The Wire”, pero que acaban evocando con muy poca gracia los arquetipos en el cine de blaxploitation.
Lic.Ernesto Lerma, titular de la sección y columna periodística.