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La Purga por Siempre | República Cinéfila

A estas alturas, los problemas de la franquicia de The Purge -conocida en Latinoamérica inicialmente como La Noche de La Expiación, luego como 12 Horas para Sobrevivir y ahora quizás como La Purga– ya son endémicos. Las dificultades se repiten y consisten básicamente en lo siguiente: las ideas, a menudo ingeniosas o con bastante potencial, no son ejecutadas a la misma altura. De ahí que no sorprenda que La Purga por Siempre no pase nunca de un nivel discreto, aún en sus mejores momentos.

En esta nueva entrega, en Estados Unidos los Nuevos Padres Fundadores han retornado al poder e inmediatamente restauran la Purga Anual. Sin embargo, las cosas no salen como se esperaba, ya que un grupo de gente, a lo largo y ancho del país, se convencen de que la matanza no debe terminar al amanecer y, en cambio, tiene que continuar de forma ininterrumpida, hasta sacarse de encima a cualquier sector indeseable. El relato se focaliza entonces en una familia de rancheros de Texas y un grupo de inmigrantes mexicanos que trabajan con ellos, que deben emprender una huida desesperada hacia la frontera con México. Los caminos migratorios se invierten, mientras todo el territorio estadounidense entra en caos, con las fuerzas del orden desbordadas y los partidarios de una purga eterna cometiendo crímenes por doquier.

Si el planteo es interesante a partir de cómo le da una vuelta de tuerca a la premisa distópica de la saga, también es riesgoso por cómo deja todo abierto para una discursividad marcada por aspectos obvios de la corrección política. Y lo cierto es que el filme de Everardo Gout, casi desde el comienzo, entra en casi todos los lugares comunes posibles, presentando mexicanos de intenciones puras, recontra laburantes, solidarios entre sí y con los demás; blancos sureños resentidos y racistas hasta rozar la caricatura; o a lo sumo personajes de diferentes procedencias que tienen muy claro todo lo que está bien o mal en Estados Unidos, y que ya hemos oído hasta el cansancio.

La voluntad de quedar alineada con la agenda completa de la corrección política -que incluye bajadas de línea feministas, que se suman a las socioeconómicas y migratorias- prácticamente toman de rehén a la película, como cobertura culposa y solemne para el despliegue de violencia gratuita. Toda la carga ideológica -que no esquiva varias contradicciones y facilismos en su retrato de las relaciones entre clases sociales- conspira en demasía contra un relato que, mal que mal, se logra sostener como thriller de acción. Hay que reconocerle a Gout algunos hallazgos de puesta en escena, como la de un caótico recorrido a pie de los protagonistas por las calles de la ciudad El Paso, donde la utilización del plano secuencia, las sombras y el fuera de campo construyen una secuencia de marcada tensión y dinamismo. Sin embargo, por más que La Purga por Siempre quiera mostrar originalidad en su apuesta, termina por hacerse predecible y ya en los últimos minutos se le agotan las ideas, hasta arribar a un cierre demasiado tranquilizador. Tampoco llega a extremos molestos o irritantes, pero es una nueva muestra de una franquicia cuya inventiva es limitada y sus resultados definitivamente superficiales.

Mi 8 de calificación a esta más que buena y correcta cinta que se sitúa en la actual frontera de la corrección política. Puede que su creador James DeMonaco se sienta muy satisfecho de sí mismo estos días: las circunstancias le han empujado a equipararse con Chuck Palahniuk todo una leyenda en el ilustre deporte de desentrañar la neurosis estadounidense como profeta del apocalipsis.

Antes de que el 6 de enero de 2021 partidarios de Donald Trump asaltaran el Capitolio en contra de un hipotético fraude electoral, el ideólogo de El Club de La Pelea (1999) había descrito una escena similar en su última novela, El Día del Ajuste. Más o menos a la vez, DeMonaco se encontraba desarrollando con su nuevo guion la posibilidad de que una revuelta popular se amparase en el mentorazgo de los poderes conservadores de Estados Unidos para a continuación zafarse de él, y hacer cundir el caos. 

El creador de The Purge, una de las franquicias más exitosas de la compañía fílmica Blumhouse, empezó a escribir La Purga por Siempre cuando ya el concepto parecía agotado, habiendo dado pie tanto a una precuela en La Primera Purga como a una serie de televisión que terminara de explorar todas sus ramificaciones sociopolíticas. Por culpa del proverbial coronavirus, La Purga por Siempre que es el quinto largometraje de la saga y segundo que no dirige DeMonaco, aquí dándole espacio al director mexicano Everardo Gout tuvo que retrasar su estreno previsto para verano de 2020 todo un año, y ahora que llega a las carteleras lo hace ejerciendo de reflejo deforme de una realidad cuya auténtica gravedad hemos conocido muy de cerca. Eso sí, es The Purge la franquicia de la que hablamos, así que nadie debería esperar sutileza.

El twist que pone en marcha la trama tiene su miga: en la trama, los Nuevos Padres Fundadores han reinstaurado la Purga Anual, pero una vez se cumplen las 12 horas de rigor las autoridades se topan con que los seguidores más entusiastas de este evento no quieren dar la fiesta por terminada. En pocos minutos se da una escalada de violencia que esta vez no solo tiene al 1% como impulsor para diezmar a los pobres, sino que la protagoniza un movimiento interseccional marcado por posturas supremacistas y xenófobas. Entre banderas confederadas y lemas reminiscentes a Trump, Estados Unidos entra en una guerra civil a la que asistimos desde la perspectiva de un clan de blancos pudientes y una pareja de inmigrantes mexicanos, deseosos todos ellos de abandonar el país a toda prisa.

Como es tradición en la franquicia, La Purga: Infinita recoge viñetas y motivos reconocibles de los últimos años de Estados Unidos para adecentar su sátira política, impulsando un discurso que ya ha conseguido crear escuela sin La Purga no tendríamos La Caza de Craig Zobel, por ejemplo pero nunca le ha llevado, por lo demás, a terrenos de una enjundia que trascienda los exabruptos tuiteros. El filme de Gout se aprovecha, no obstante, de que la crispación en ese país que haya alcanzado máximos históricos para que el guion sea más gritón y expositivo que nunca por cierto, mucha atención al actor Will Patton detallando a sus captores por qué están tan equivocados sin llegar a alejarse de coordenadas ostensiblemente estadounidenses, y adereza su tesitura excepcional con un saludable aumento del gore y algún chiste verdaderamente entonado, como la utilización del término “fake news”

Y con esto daríamos por rentabilizado a Estados Unidos como país. Todo lo cual nunca llega a hacer de La Purga por Siempre algo relevante, pero sí una prueba más de lo bien que se le ha dado siempre a esta franquicia juguetear con su fórmula, y explotar tanto las heridas del país que le inspira como el interés que puedan tener espectadores foráneos por regodearse en sus miserias. En esta quinta entrega se percibe, de hecho, una sensación de final definitivo, que luego de aquellos primeros coqueteos en su influencia con los filmes del cineasta John Carpenter que causaban más embarazo que otra cosa ha sabido combinarse con un imaginario que le sienta mucho mejor a efectos retóricos porque esta es como una sucia mezcla entre las películas de Mad Max y un western crepuscular que proclama, con una sonrisa maníaca, que las cosas ya difícilmente pueden ponerse peor. Si esta es de momento la última cinta de la popular franquicia, es un cierre más que bueno y digno.
 
Lic. Ernesto Lerma, titular de la sección y columna periodística.

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