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República Cinéfila | El Día de La Unión

El Día de La Unión, la segunda película como director del actor Kuno Becker no ha sido muy bien recibida por la critica en México a pesar de lo oportuna económicamente hablando por la taquilla que esta generando que ha llegado a las salas de cine en estas fechas donde se conmemora el primer aniversario del terremoto del 19 de septiembre de 2017 y de los 33 años del de 1985, porque el horror sufrido por toda la gente que vive en esas áreas nunca antes nunca había sido tan tangible cuando se experimento el segundo gran temblor que removió la capital y al sur del país desde las entrañas.
 
Ese mismo día, según contó el propio Becker a los medios en la premiere del filme, se encontraba en la sala de edición de su segunda cinta como realizador la primera fue el más que correcto thriller “Pánico 5 Bravo” (2013), la cual finalmente se llamó “El Día de La Unión“, y logra su objetivo de resonar emocionalmente en el público porque el dolor aún está fresco, especialmente el caso de la escuela Rébsamen. Como su nombre lo indica, la intención de esta producción cinematográfica es el de acentuar la heroica respuesta de la sociedad civil auxiliada por rescatistas, bomberos, policías, quienes ante la falta de asistencia gubernamental, removieron escombros, rescataron vidas y vieron a la muerte a la cara. Ni las fugas de gas o el olor a sangre los amedrentaron y, por el contrario, en comunidad vieron nacer a los Topos. En la sinopsis oficial de la trama narra la historia de Javier, un taxista al que el destino lleva a trabajar cerca del hotel Regis el 19 de septiembre de 1985.
 
Frente a sus ojos la Ciudad de México se derrumba en el tremendo terremoto de ese día. A través de esta gran historia de unión, veremos la formación de las brigadas de rescate, la compasión humana y el compañerismo que se vive en el pueblo mexicano. “El Día de La Unión” es todo un homenaje a las víctimas, sobrevivientes y héroes de los sismos de 1985 y 2017.
 
El Día de La Unión
 
La cinta sobresale en su bien lograda forma por la impresionante recreación del terremoto de 1985, con sus efectos visuales y digitales magníficamente realizados por profesionales de la industria de Hollywood pero en el fondo la segunda película de Becker como director va en picada por el desarrollo de varias tramas que son muy predecibles ademas de que incorpora una subtrama en el tema de la corrupción algo innecesaria, ya que reduce a los personajes a los géneros telenoveleros de donde salio él como actor. Este filme inicia en la época actual con un sujeto (Antonio Gaona) rememorando la impactante tragedia nacional, e inmediatamente nos traslada al año de 1985 a través de dos historias motrices que corren paralelamente con la de los personajes de Max (Becker) y Javier (Armando Hernández). El primero es un reportero de la agencia de noticias Notimex, previo al movimiento telúrico deja a su hijo en el segundo nivel subterráneo del estacionamiento de su oficina. El otro es un ingeniero civil orillado a desenvolverse como taxista a causa de la devaluación económica de la época que sufre el país, y quien lleva a una coqueta pasajera al Hotel Regis.
 
Ambos edificios colapsan y el arco de ambos personajes los lleva a buscar al niño al ingresar a un edificio inestable, muy peligroso, con fallas eléctricas y sin garantía de salir vivos.  Arranca su trama con mucha solidez y mantiene la expectativa sobre el momento en que desencadenará la tragedia por la manera en como está filmado el golpe del terremoto, con los edificios movedizos, los autos chocones, los derrumbes que es muy verosímil al presentar sus buenas dosis de drama, suspenso, expectativa y hasta horror que por cierto; es el punto más alto del filme. El sencillo y elemental guion en la trama de la historia escrito por Becker, está tan lleno de buenas intenciones como de los obvios clichés en las películas de desastres, sobre todo en el tono de las producciones de Hollywood en la década de los años 70 (“Infierno en La Torre“, “La Aventura del Poseidon“, “Aeropuerto 77“, “Terremoto“).
 
Pero éstos lugares comunes no sólo permanecen en el argumento, también en el lenguaje audiovisual como la grandilocuente musicalización que se utiliza para enarbolar el sentimiento de patriotismo y heroicidad pero con magros resultados por los excesos implementados. Hay realmente un pobre aprovechamiento del lenguaje cinematográfico en sus pocas tomas, escenas estáticas o emplazamientos comodinos. Como por ejemplo aquel en donde el actor Armando Hernández sostiene un largo monólogo que quiere emocionar a través de la música y no del manejo de la cámara, la cual permanece en una escena tomada en una toma de contrapicada que es algo estática y monótona. En fin, que como cineasta a Becker aun le falta mucho por aprender del lenguaje visual como de cine, y este solo se interesó por el impacto emocional de sus personajes con sus diálogos de aspiración que logra sobradamente. Este es un proyecto fílmico muy ambicioso del cual sale apenas bien librado, porque si algo hay que reconocerle a Becker, es el buen nivel de producción que tiene su segunda cinta.
 
El Día de La Unión
 
Mi 8 de calificación a “El Día de La Unión” mas por su forma que por su fondo, en los esfuerzos de su producción fílmica que son bien loables en términos de las caracterizaciones, los automóviles, la recreación en la década de los años 80 y las imágenes de archivo. Aunque las maquetas usadas en el decorado son muy evidentes, los personajes que remueven los escombros están demasiado limpios y peinados como para el desgaste físico que están sufriendo, porque este un filme muy ambicioso que, aunque cuenta con momentos muy emocionantes y verdaderamente emotivos; es desvalijado en su narración cinematográfica por el corazón desbordado de Kuno Becker en su segundo esfuerzo como cineasta. 
 
Entre los escombros de los edificios caídos, entre los fierros retorcidos y las toneladas de cemento, el tiempo que muchos esperaron para ser rescatados por los voluntarios que se volcaron a las calles dos, tres, cuatro, cinco días después debieron también ser una eternidad. Los casi dos minutos que duró ese terremoto supieron a fin del mundo. Vale la pena recordar a la mejor lograda “7:19” (2016), la excelente película dirigida por Jorge Michel Grau que toca el mismo tema pero desde otro punto de vista mas intimo y personal, con un toque de oportunidad inusitado no sólo por sus logros dramáticos y cinematográficos, dejando ver que las heridas que provocaron los derrumbes como el que retrata siguen como cicatrices abiertas y parece que no sanarán en poco tiempo.
 
Es otro interesante planteamiento alejándose de la historia de supervivencia y de rescate de la de Becker. La película de Grau refleja el encierro en que se vivía entonces en la Ciudad de México evitando el confort y la historia de superación como liberación de Becker, pero aquí con los grandes actores Héctor Bonilla y Demián Bichir; que están atrapados en un edificio gubernamental. Con la compañía Videocine como distribuidor, esta cinta ha llegado a muchas salas de cine en nuestro país con esta historia que le llega a la gente porque entretiene, conmueve y sobre todo inspira, sobre todo después de los pasados sismos del 2017. Esta producción cinematográfica es un correcto vehículo emocional e inspiracional que logra su objetivo; a pesar del tono de telenovela que permanece en su joven y ambicioso realizador que tiene aún muy marcado.
 
El Día de La Unión
 
Lic.Ernesto Lerma, titular de la sección y columna periodística.

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