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Festival de la Canción de Eurovisión: La historia de Fire Saga

Mis totales respetos para esta entretenida cinta original de la popular plataforma Netflix porque no es fácil de hacer lo que plantea Festival de la Canción de Eurovisión: La historia de Fire Saga.
 
Más que de hacer, no es fácil de llevar a buen puerto una comedia que parodie un objeto claramente identificable -en este caso ese tesoro cultural musical europeo que es el Festival de Eurovisión– pero sin dejar de lado el cariño por aquello de lo que se está burlando. En ese movimiento la película puede expulsar a un público determinado que, haciendo la ecuación del famoso comediante hollywoodense Will Ferrell + universo kitsch, busque solo la burla y el regodeo en el patetismo. Claro que lo patético está siempre presente en la comedia ferrelliana, ya que sus personajes se construyen a partir de una visión ridícula de los sueños que los alimentan en este caso el islandés Lars Erickssong y su deseo de ganar aquel concurso de la canción, pero la particularidad que presenta esta película del cineasta estadounidense David Dobkin es que además de una comedia con el obvio sello Ferrell y una parodia de algo tan particularmente desaforado como Eurovisión, también tiene que ser relato de amor y emoción a partir de la relación sentimental que se va dando entre Lars y su compañera Sigrit Ericksdottir una simpática Rachel McAdams.
 

Con sus desniveles, pero con sus chistes casi perfectos, Festival de la Canción de Eurovisión: La historia de Fire Saga lo logra apostando por una felicidad a prueba de todo y absolutamente absurda, o simplemente como reza el éxito de los Fire Saga: “Jaja ding dong”. Como en muchas de las comedias de Adam Sandler de hecho esta parece la película más sandleriana de Will Ferrell, el origen de las obsesiones es la infancia, como lo muestra el prólogo con el pequeño Lars bailando al ritmo de las canciones de ABBA. También el combustible que lo moviliza: vencer el prejuicio del entorno, especialmente el desprecio de su padre (Pierce Brosnan), un pescador que ve con horror la fascinación de su hijo por el baile y la canción. Claro que en Ferrell hay una sofisticación mayor no solo a la hora de pensar la comedia, sino también el gag y su construcción por ejemplo, hay aquí toda una subtrama relacionada con los elfos que se resuelve de la manera más increíble y delirante que se pueda imaginar; toda una declaración de principios sobre el sinsentido del humor del comediante.
 
Es interesante ver cómo sus películas siempre se piensan a partir de un universo bien definido y se lo vuelve un concepto moldeado y tallado por la comedia más imprevisible: puede ser un concurso de patinaje sobre hielo, el detrás de escena de los noticieros televisivos de década de los años 70’s o el mundo tuerca del Nascar. Si bien es cierto que las dos horas que dura esta cinta de Eurovisión llevan a que las invenciones cómicas parezcan un poco esporádicas, no deja de ser coherente con cierto derrotero irregular que tienen siempre las comedias de Ferrell, desviándose y volviendo al centro del relato cuando es necesario, algo que es propio del absurdo y el nonsense. Si hasta en cierto sentido es como si la película misma fuera la lucha de Lars con el humor absurdo por convencer a su padre en el relato tradicional de personaje que quiere cumplir sus sueños de que puede ser otra cosa. Del tironeo sale algo improbable hasta ahora con la cinta cómica más multitarget de Will Ferrell.
 
Festival de la Canción de Eurovisión: La historia de Fire Saga
 
Mi 8 de calificación personal a esta entretenida comedia en la que dos cantantes de una pequeña ciudad persiguen sus sueños de convertirse en estrellas de pop en una competencia mundial de música, donde intrigantes rivales, grandes apuestas y percances en el escenario ponen a prueba su vínculo con Lars y Sigrit que son dos músicos islandeses que tienen delante la oportunidad de poder representar a su país en el festival de Eurovisión, un sueño que ambos tienen desde pequeños. Sin embargo, el camino hacia la posible victoria no será tan fácil como ellos creían porque si en Festival de la Canción de Eurovisión: La historia de Fire Saga hay por momentos algo errático convengamos que un director como David Dobkin no es Adam McKay, aunque tiene una gran comedia como Los Rompebodas (2005), Ferrell y su coequipo en la escritura Andrew Steele guionista de las cintas Casa de mi Padre y A Deadly Adoption se encargan de construir situaciones que nos convocan a la risa imprevista, cuando no a la carcajada como en aquel número musical donde Lars se pone a correr adentro de una rueda gigante.
 
Así es como la película se convierte en una suerte de grandes éxitos de la carrera de Ferrell, con dejos conceptuales de Casa de mi Padre y Patinando a la Gloria, pero también construcciones alrededor del humor típicas de Semi-Pro o El Reportero. Y a todo esto, Festival de la Canción de Eurovisión: La historia de Fire Saga le suma una recreación bellísima del concurso, números musicales estupendos hay un medley donde todos cantan que es realmente hermoso, personajes queribles hasta el villano de Dan Stevens lo es, canciones y melodías que se pegan irremediablemente y un coprotagonismo de McAdams que no intenta interponerse ante el estilo exuberante de comedia de Ferrell pero que tiene las cualidades suficientes para hacer vibrar la parte emotiva del relato. A finales de los años 90, Will Ferrell se encontró con un fenómeno desconocido en Norteamérica: el festival de Eurovisión. Rápidamente intuyó su potencial cómico, obsesionándose con convertirlo en una película. Estrenada, ironías de la vida, la primera vez que el concurso se cancela en 64 años de existencia.
 

Para el público europeo, esta comedia representa una locura menor. Nosotros ya hemos interiorizado esa coctelera demencial de bailarines, baladas, fuego y rencor entre países, al igual que el imaginario visual y sonoro que la dirección de David Dobkin reproduce fielmente. Nos queda, que no es poco, seguir fascinándonos con el empeño de Ferrell por interpretar a hombres adultos de personalidad infantil y masculinidad confusa, ubicándolos en situaciones dramáticas en las que nadie parece advertir su alocada presencia. Respeto máximo para la capacidad de Rachel McAdams de navegar entre lo idiota y lo adorable mientras forma dúo con esta bestia cómica. Y si hay que reconocer a Ferrell su ambición por encontrar humor detrás de un evento que ven millones de personas al año, debemos también aplaudir a El Terrat y David Fernández por crear al Chikilicuatre. Fueron los primeros en escapar de la caverna mediática, permitiendo restarle seriedad a ese homenaje a la horterada. Con esta película, llega el remate en Festival de la Canción de Eurovisión: La historia de Fire Saga que con caídas y música de ABBA para explicar Eurovisión a Estados Unidos y al resto del mundo es una gran noticia, no solo porque es una gran comedia, sino porque luego de algunos pasos irregulares nos devuelve a una estrella cómica como Will Ferrell en estado de gracia.
 
Lic. Ernesto Lerma, titular de la sección y columna periodística.

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