Las Brujas (2020) | República Cinéfila
En mi personal opinión “Las Brujas” no es un desastre aunque inexplicablemente algunos críticos quieran demostrar lo contrario.
Es una película familiar muy entretenida, de esas que últimamente obran el milagro en una taquilla escuálida y, solo por eso, merecería más precaución y respeto por parte de los que nos dedicamos a escribir sobre cine. En la sinopsis oficial de la trama que cuenta la conmovedora historia de un pequeño huérfano (Jashir Bruno) que, a finales del año 1967, se va a vivir con su querida abuela (Octavia Spencer) a Demopolis, un pueblo de Alabama. El niño y su abuela tienen extraños encuentros con algunas brujas aparentemente glamurosas pero absolutamente diabólicas, así que ella decide quitarse de en medio y llevarse al chico a un hotel de lujo en la costa. Por desgracia, llegan exactamente al mismo tiempo que la Gran Bruja (Anne Hathaway) ha reunido a sus compinches de todo el planeta -que van de incógnito- para llevar a cabo sus horribles planes.
Esta es una adaptación del libro “Las Brujas” del novelista Roald Dahl. La interpretación del director Robert Zemeckis de la célebre novela de Dahl realoja a la abuela y al nieto protagonistas, en esta ocasión afroamericanos, en la sureña Alabama. Lejos queda la ciudad de Noruega de jerseys de lana imaginada por el escritor británico, con las trenzas rubias y los conjuros paganos. En “Las Brujas”, Octavia Spencer y Jahzir Bruno bailan al ritmo de la música de la compañía discográfica Motown de la década de los años 60, comen pollo frito en vez de sopa de berros y recurren al vudú ante las brujas pelonas, un cambio racial legítimo pero ante el que, sin embargo, las feministas podrían preguntarse: ¿y por qué el protagonista no es una niña? en un bucle identitario infinito. De hecho, en un momento de la película, el personaje de Spencer lo deja claro: “No son mujeres. Son demonios con forma humana”, evitando así suspicacias de género como las que en su día levantó la versión de 1990. En lo que respecta al guion, la adaptación del director de “Regreso al Futuro” parece más un remake de “La Maldición de Las Brujas” que una reinterpretación de la obra de Dahl.
Coescrito con Guillermo Del Toro, sigue de cerca la estructura de la producción de Jim Henson, separándose de ella en escasas ocasiones y, cuando lo hace, no siempre acertando. ¿Quién pensó que el hechizo de convertir a una niña en gallina daba más miedo que el de convertirla en pigmentación para un cuadro? Pero la verdadera diferencia entre ambas películas reside en la dirección. Si la de Zemeckis es convencional y hasta rutinaria, la de Nicolas Roeg sigue siendo hoy un canto al poder de la imagen. Roeg, una elección por parte de Jim Henson cuanto menos sorprendente para una película infantil, pues hablamos del director de, por ejemplo, Amenaza en la sombra, afrontó La maldición de las brujas como una película de terror adulto. De ahí, el uso que hace de la cámara en mano, del angular, los primeros planos, las cámaras subjetivas o los zooms marca de la casa.
¿Puede nevar al revés y convertir una imagen de poética brillantez en un trágico momento, acaso el mejor cruel resumen de lo que le sucede a un niño cuando se ve abofeteado por la vida? En la, sino excelente y superior a la anterior cinta de 1990 con “La Maldición de Las Brujas” de Roeg y de Jim Henson, no lo olvidemos, la nueva adaptación de la obra de Dahl, Zemeckis consigue, con su maestría narrativa y visual acostumbrada, encerrar en una imagen y un clásico movimiento de cámara la tragedia de la pérdida. Porque, sí, “Las Brujas” es un cuento de terror, para niños pero de terror revestido de aventura animada para todos los públicos con unos ratones CGI correteando por un hotel como Tom y Jerry correteaban en los cortometrajes que dirigió Chuck Jones. Como un cartoon y slapstick de una elegancia supina, lo que no es óbice para que el horror se apodere de algunas secuencias como por ejemplo las garras crecientes tratando de atrapar a los críos arratonados y que el sentido del humor negro a la Charles Addams, Tim Burton del mexicano Guillermo del Toro –en el argumento del film- o el propio Zemeckis sea la constante durante todo este enfrentamiento con las brujas, sea en el aquelarre/reunión de ventas o en los flashbacks, verdaderas piezas maestras del espeluzne para menores de edad y amantes de la ironía esquinada como la niña gallina.
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