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Viuda Negra | República Cinéfila

Vuida Negra (Black Widow) marca el regreso del universo Marvel a las salas de cine comerciales luego de todas las postergaciones por la pandemia global de covid es con una película a la que, injustamente y por contexto, se le depositan demasiadas expectativas.

Black Widow fue pensada, en su momento, con una película de transición entre la Fase 3 y la Fase 4, con el componente emotivo para los fans de despedir finalmente a uno de sus personajes históricos: la Black Widow (¿ex Viuda Negra?) de Scarlett Johansson. Pero quiso el destino que el coronavirus azote al mundo, los cines se cierren, la producción cinematográfica a nivel mundial se demore y el calendario diseñado de manera muy ajustada por la gente de Marvel Studios se desplome como un castillo de naipes.

Así las cosas, Black Widow representará para muchas personas en el mundo entero el regreso a las salas de cine, a reencontrarse con la sala oscura y el evento compartido de disfrutar de una historia proyectada en una pantalla grande. Eso significa, claro, que hay una expectativa un poco desmedida por disfrutar de un espectáculo enorme, hiperbólico, gigantesco, como el cine sabe darnos y la comodidad de casa nos retacea por más 55 pulgadas que tengamos. Ahí, en esa exigencia, es donde la película de la directora Cate Shortland se queda un poco a mitad de camino. Pero reconozcamos una cosa, esta Black Widow es tal vez la primera película de Marvel que explicita un vínculo directo con el cine, que es pensada en relación a un universo cinematográfico con sus propias reglas y que, a su vez -y en un interesante juego metalingüístico-, se vincula con una parte del propio universo cinematográfico de Marvel.

Que una película de semejante diseño, que pareciera construir un público sin conexión con el resto de la historia del cine y que empieza y termina en sí mismo, muestre filiaciones, haga guiños y se acepte como parte de una tradición no deja de ser interesante en este contexto, como una forma de reforzar el vínculo del cine con su propio pasado, enlazando generaciones. Black Widow hace esto en una escena puntual, cuando Natasha Romanoff (Scarlett Johansson) aparece mirando una película de James Bond y recitando sus diálogos de memoria. Si uno piensa la estructura del guion, el diseño de las secuencias de acción y su lógica interna, y la psicología del villano incluso su torpeza para explicar demasiado sus planes hacia el final encuentra allí que el filme de Shortland acepta ese linaje, lo homenaje y lo reescribe. Que la película de Bond citada sea Moonraker (1979), una de las menos destacadas del agente/espía británico 007 y la peor con el actor inglés Roger Moore, es apenas un detalle indeseable, aunque tal vez se relacione con los resultados algo menores de esta película.

Viuda Negra

La relación de Marvel con la tradición del cine de espionaje ya estaba presente en películas como Capitán América y El Soldado del Invierno (2014) o Capitán América: Guerra Civil (2016), pero allí lo que se hacía era asumir una superficie que, incluso, estaba más relacionada con algo que podríamos denominar como neo-espionaje, un cine más físico y brutal donde la representación definitiva son las películas de Jason Bourne con la estrella hollywoodense Matt Damon. Black Widow dice, entonces, que se inscribe en ese segmento de películas Marvel de intrigas más terrenales, pero además en el proceso reconoce que antes de todo hubo un origen. Y que las películas, el cine, son también parte de la vida de estos personajes icónicos de la pantalla grande, y que son héroes pero que los superhéroes de la ficción también existen y hasta pueden haber sido una inspiración. Eso, y no otra cosa, es lo que finalmente termina humanizando a estas criaturas. Así pues, a Viuda Negra se le puede perdonar lo mucho que canta en ella el método Marvel de cine donde los directores de segunda unidad se comen las escenas de acción con patatas. Y también que, al llegar después de Vengadores: Endgame (2019), su función sea reunir unos cabos sueltos que nunca quedan atados del todo.

Aunque sea con once años de retraso, Natasha Romanoff ha tenido una película que hace justicia a su condición de espía legendaria. O que, al menos, no cae en los mismos pozos de Black Panther (2018) o de Capitana Marvel (2019), algo es algo. El adiós de Natasha Romanoff hace justicia a su leyenda con lo mejor que fue ver lo bien que sabe combinar el espectáculo y la acción con intimismo. Y con lo peor de que haya gente que no la disfrute en una gran pantalla. Viuda Negra está muy cerca formalmente de esa caligrafía y esa calma narrativa casi de serie B con más presupuesto que toda la serie B de Hollywood junta, claro porque siempre está atenta a las escenas intimistas, sean de poso más dramático o más abiertamente cómico, porque es en ellas donde la acción avanza y donde se va construyendo no solo la mitología del personaje que ha hecho suyo Scarlett Johansson, sino la genealogía de éste y del de el personaje de Florence Pugh, esa Yelena Belova destinada a formar parte de este mundo.

Tomando como modelo el cine de espías modalidad Guerra Fría, Viuda Negra coquetea con ágil gracia en la conspiranoia ci-fi del Harry Palmer de Ipcress, con la lucha cuerpo a cuerpo de ese también outsider que es Jason Bourne y con el emblemático y obligado canon 007 con Moonraker en un televisor y en el clímax final, pero su alma y corazón están más cerca de Un Lugar en Ninguna Parte, la odisea familiar de unos fugitivos del FBI dirigida por el gran cineasta norteamericano Sidney Lumet. En los mejores momentos de la película de Cate Shortland se nota esa deuda con Lumet como las dos reuniones alrededor de una mesa de la familia Romanoff, las conversaciones entre las hermanas o el precioso instante de ese maravilloso y humano Guardián Rojo con un David Harbour, todo sentido de la comedia y de calidez humana sentado en silencio en el dormitorio junto a Yelena. Planificada de tal forma que cada gran secuencia como la persecución en Budapest, el asalto a la penitenciaría, la entrada en la Habitación Roja encierra un paso, una pieza, en el conocimiento de cómo son y qué sienten los personajes, Viuda Negra es seguramente la aventura Marvel con un mayor calado emocional junto al epílogo de Endgame.

La que menos necesidad tiene de subrayar su mensaje feminista mujeres liberando del yugo del dominio del hombre a otras mujeres, el cual expone incluso en clave pulp y de comics para aquellos que recuerden películas como Más Peligrosas que Los Hombres, Más Peligrosas Todavía y Las Novias de Fu Manchú si encima añadimos el homenaje estilístico al dibujante de Marvel John Buscema y a la animación japonesa con las luciérnagas que abren y cierran el filme no hay duda de que no estamos ante un título menor dentro del Marvel Cinematic Universe, para nada. Esta película es una digna despedida al personaje que debió haber llegado mucho antes de Avengers Endgame. La cinta de Black Widow resulta una emotiva carta de despedida para el personaje que comenzó en Iron Man 2. En los últimos fotogramas de la película, se presenta la trascendencia del personaje en el MCU. Ella ya no estará en las próximas aventuras, pero siempre quedará como una luz en los momentos más oscuros.

Viuda Negra

Mi 8.5 de calificación a Black Widow que es una película de superhéroes estadounidense de 2021 basada en el personaje de Marvel Comics del mismo nombre producida por Marvel Studios y distribuida por Walt Disney Studios Motion Pictures, está destinada a ser la vigésimo cuarta película en el Universo cinematográfico de Marvel convertida en proscrita tras Capitán América: Civil War (2016), la superespía Natasha Romanoff se ve obligada a regresar a Rusia para enfrentarse a figuras de su pasado que creía enterradas para siempre. Es verdad que Black Widow es más interesante por esas conexiones mencionadas, que por sus resultados como película de acción y espionaje.

Al film de Shortland le falta fluidez para imbricar el gran espectáculo con el drama familiar (y de hecho es más lo segundo que lo primero), y solo lo logra en la muy interesante secuencia de arranque. Pero incluso en la acción uno no puede dejar de pensar que eso ya lo vio antes y mejor en muchas otras películas. Lo que sí está claro es que Marvel tiene a esta altura una vara bastante alta y que sus películas, incluso las menos interesantes, orbitan una medianía donde encontramos siempre puntos atractivos para analizar: un universo autosuficiente que no teme en buscar links por afuera y revestirse con otras texturas y otros registros, según requiera la historia en cuestión. Y que además se da el lujo de tener a Scarlett Johansson, Florence Pugh, Rachel Weisz, David Harbour, Ray Winstone pegando piñas y patadas, saltando, volando por los aires. Es cierto que hay algo de prepotencia en una película estándar como Black Widow, pero también de vuelta a lo lúdico, de cine como juego que conecta con esa época en la que éramos niños y descubríamos el cine. Es en si un regreso de Marvel a las pantallas de cine de todo el mundo es con una película menor, llena de citas a James Bond y asumida como una cruza de drama familiar y thriller de espionaje.

Porque es natural recibir con desconfianza a los espías, más aún si llegan a destiempo. Por esta, y por otras razones, Viuda Negra se ha ganado una bienvenida quisquillosa, e incluso hostil: es imposible enfrentarse a ella sin recordar su condición de parche con el que Marvel trata de resarcir tanto a los fans de Scarlett Johansson como a las mujeres, en general, así como a un personaje que, en papel, ha sido tanto secundaria infalible como heroína de culto. Con tantos huecos por rellenar a última hora, es normal la sospecha de que al filme de Cate Shortland le va a faltar el cemento.

El comienzo del filme parece confirmar las peores previsiones: pasado un prólogo que se sostiene medianamente bien con Ever Anderson, la hija de la modelo y actriz Milla Jovovich, interpretando a la joven Natasha, el pochocover de Smells Like Teen Spirit que ambienta los créditos hace que uno se agarre a la butaca y espere lo peor. Sin embargo, tanto este susto como la forma atropellada de presentar al personaje de Florence Pugh acaban disolviéndose, relevados por la sorpresa de que Viuda Negra la película está bien. O muy bien, incluso. Resulta ¡oh, maravilla! que la cinta recuerda lo bien que se prestan los superhéroes a las narrativas sobre familias disfuncionales, pero entrañables en el fondo. Algo que no solo se materializa aquí en la dinámica entre Johansson y Pugh esta última, deliciosa como la hermana pequeña que va de edgy por la vida, sino sobre todo a través de unos David Harbour y Rachel Weisz como figuras paternas fallidas, incompetentes y egoístas.

El actor de la serie televisiva Stranger Things, de hecho, acaba recordando a una versión postsoviética y barbuda de Bryan Cranston en el programa de televisión Malcolm in the Middle. Acaso el ruido, la furia y la abracadabrante épica wagneriana que cerraba el ciclo de Los Vengadores en la penúltima fase del universo cinematográfico Marvel hagan olvidar a quienes se acerquen a Viuda Negra esperando algo similar que en el fondo todo siempre ha girado alrededor de las personas que se escondían dentro de los trajes y poderes de los superhéroes, de quienes eran y de cómo la anormalidad de sus condiciones excepcionales entraba en conflicto con la normalidad de personajes que tenían nombre y apellidos más allá de su marca registrada como héroe. Siguiendo esta lógica, que no ahorra al espectador sus secuencias de acción de dejarte sin habla por ejemplo el enfrentamiento final en la Habitación Roja, Viuda Negra es una película sobre Natasha Romanoff, sobre el peso de su pasado y por encima de todo sobre la familia.

Scarlett Johansson pasa así a la historia y se une a una selecta lista que incluye a Robert Downey Jr., Chris Evans o Hugh Jackman, de intérpretes que siempre serán recordados dentro de la cultura pop. Será un reto muy difícil para quien quiera reinterpretar a Natasha Romanoff en el futuro. En cierta forma, este mundo de Marvel en imágenes en movimiento coordinado por Kevin Feige comenzó exactamente igual que aquí con la dickensiana fábula de un Tony Stark que se encontraba a sí mismo y empezaba a hacer las paces con su ayer; o sea, con el superhéroe Iron Man en aquel ya lejano año de 2008. Aquí en esta cinta quedan las semillas de nuevos personajes que giraron alrededor de la vida de Black Widow como Red Guardian (David Harbour) Melina Vostokoff (Rachel Weisz), The Taskmaster y el resto de las Widows. Pero principalmente Yelena Belova ya que la joven actriz Florence Pugh es de los castings más acertados que ha tenido Marvel en varios años, porque su personaje es uno que claramente quieren explorar en el futuro. Y si en Marvel Studios y Disney son fieles a partes importantes de los cómics, ella sería lógicamente la nueva encarnación de la valiente agente espía rusa y Avenger, Black Widow.

Lic. Ernesto Lerma, titular de la sección y columna periodística.

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