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Tren Bala | República Cinéfila

Tren Bala es una comedia de acción, que podría haber sido una cinta palomera insoportable, es un espectáculo claramente disfrutable a partir de cómo coloca el entretenimiento como su máxima prioridad.

Hace poco le comentaba acertadamente a un amigo que en mi opinión personal Tren Bala es un poco como esas películas de finales en la década de los años noventa que se subieron a la euforia tarantinesca mal entendida, y de la que el cine de Guy Ritchie fue su representante más notorio. Todo está, efectivamente allí: la mezcla de comedia y policial con trucos de guion a cada minuto; la acumulación de estrellas hollywoodenses grandes y pequeñas armando shows propios que interactúan entre sí; la violencia caricaturesca y hasta banal; y un ensamblado estético y narrativo donde el tono canchero es la regla dominante. Pero lo que hace que el espectáculo no sea un desfile de egolatría insoportable es la ligereza aportada por un formidable actor como Brad Pitt en rol el protagónico, que sirve para enfocarse mejor en lo que pide el relato.

Y eso que la presencia de un cineasta como David Leitch -un digno heredero, para bien y para mal, de Ritchie- prometía un exceso de autoconsciencia y meta-lenguaje, donde el riesgo de convertir a los personajes en meras superficies era alto. Sin embargo, Tren Bala es, esencialmente, una película de Pitt que entendió que ya no necesita buscar prestigio -al fin y al cabo, ya se llevó todos los galardones, incluido el premio Oscar, por la actuación más bien correcta, que fue en el filme Había una vez en…Hollywood (2019)– y que es el momento de divertirse. Pero también que esa diversión no tiene que ser solo para él y sus amigotes -como en la trilogía de La Gran Estafa (2001/2004/2007), dirigida por otro realizador que privilegia el gesto astuto, como el director Steven Soderbergh-, sino que debe incorporar al público y hacerlo partícipe de la fiesta.

En este caso en la historia de la pelicula, interpretando a un criminal a sueldo a veces ladrón, a veces asesino que está tratando de recobrar la armonía con el universo y al que le toca un trabajo en apariencia muy sencillo: entrar a un tren bala que va de Tokio a Morioka, sustraer un maletín y bajarse en la próxima estación. Obviamente en la trama, todo se complicará, porque allí hay varios asesinos, cada uno con diferentes propósitos, aunque con historias en común, que irán colisionando en cada vagón. Si el planteo inicial pareciera limitar todo a una serie de confrontaciones en el tren, la estructura narrativa irá dejando en claro que todo es bastante más complejo, con varios flashbacks que irán trazando un universo donde interactúan diversas organizaciones mafiosas, más algunas historias tan trágicas como disparatadas.

Todo esto convive con el dilema de fondo: quién y para qué puso a toda esa gente dentro de ese tren que se convierte en un viaje infernal, a toda velocidad. La clave para que se sostenga ese entramado -que, si se lo piensa mínimamente, es arbitrario y hasta inverosímil- es precisamente la velocidad: no solo la del tren, sino también la de los personajes que no paran de moverse y/o hablar rápidamente, incluso cuando están sentados, la trama que suma elementos a cada minuto y la de la puesta en escena, que se apoya en una edición y montaje bastante frenético. Eso y un humor ligero, porque es notorio que Pitt no se toma en serio a sí mismo y eso contagia a todo lo que rodea: Tren Bala no pretende ser otra cosa que dos horas de diversión y no se embarca en una competencia para demostrar que es más inteligente que el espectador. Esa liviandad constante es la que permite que el filme nunca caiga en la pedantería o la propuesta algo vacía, como ocurre a menudo con las películas de Ritchie, Soderbergh o incluso hasta del mismo Quentin Tarantino.

Tren Bala construye a cada minuto un mundo superficial, artificioso, definitivamente efímero, pero indudablemente muy entretenido y alejado de cualquier tipo de didactismo artístico. Pitt nos propone pasarla bien durante todo un rato y todos los que lo rodean, por suerte, entienden ese juego. Desde ahí, Tren Bala recupera una voluntad lúdica que ha quedado un poco marginada en el cine del Hollywood actual. Eso la convierte en una película de otro tiempo y lugar, pero en un sentido ciertamente virtuoso. Disfruta en cartelera la nueva película de Brad Pitt, quien es un criminal con algo de mala suerte. La pareja creativa y en la vida real, matrimonio formada por el director David Leitch (Deadpool 2) y la productora Kelly McCormick (Nobody), combinada, además, con una pata más en la producción, la de Antoine Fuqua (Training day), ha dado a luz a una película que quiere parecer libre y alocada, pero por momentos se agrieta y deja ver cartón. Los elementos que funcionan son aquellos a prueba de balas: el carisma de Brad Pitt con gorro de pesca; escenas de acción bien rodadas y divertidas, con alma de cine clásico pero dibujadas entre neones por un director con experiencia o una banda sonora que incluye versiones latinas de los Bee Gees. Estos experimentos, tienen menos sentido. Las decisiones de maquillaje y vestuario no viajan, en ocasiones, en paralelo a la personalidad de los personajes. Algunas decisiones de reparto parecen demasiado medidas y otras, los cameos finales, sencillamente atribuidas a aquellos que estaban disponibles. Su desmedida cantidad de recursos (la mayoría, por desgracia, arruinados en el tráiler) hace que ningún responsable al mando sepa unificarlos en tono, lo que provoca que los momentos emotivos resulten forzados e inesperados. Pero, a pesar de cualquier chirrido en las vías, la película es bastante divertida, ligera y con poco competidor a este gran nivel de buen rollo en la cartelera del verano de 2022.

Bullet Train se sonríe con su enrevesada serie de conexiones que llevan a un atar cabos final a golpe de katana, puñales, somníferos, maletines macguffin, sicarios con dudas laborales y otros objetos letales. No por nada Leitch deja que sea una botella (literalmente) la que resuma todo el film en un plano secuencia. Y deja que sea un Brad Pitt como nunca, una especie de Gastón el Gafe en terapia que prefiere hablar las cosas antes que matar a sus interlocutores, quien conduzca este cóctel molotov a mil por hora. Leitch se pasea arriba y abajo; dentro y fuera, de este tren sin frenos como ese revisor que pide a cada uno de sus pasajeros un billete de ida que es en realidad una seña de identidad de cada uno de ellos. Cada asesino da pie a una descripción que juega con diversos géneros y referentes, desde el narcoculebrón texmex protagonizado por Bad Bunny a la surrealista comedia de toma y daca (Punch & Judy como bien acaban confesando) que la pareja británica (Mandarina y Limón: unos increíbles Aaron Taylor-Johnson y Brian Tyree Henry, el eco siglo XXI de los Mr. Kidd y Mr. Witt de la bondiana Diamantes para la eternidad) pasando por el slapstick más adorablemente primario de los Tres Chiflados en esa impagable pelea en el vagón del silencio.

Mi 8 de calificación a esta producción fílmica porque cuando en este frenético tren bala que se mueve más por la abracadabrante inercia de las casualidades que por la velocidad de su alocada sublimación del cine de acción (del cine del propio David Leitch) vemos que el personaje de Joey King (quien se diría surgida de un sueño húmedo del Quentin Tarantino de Kill Bill) lee con interés la súper pulp Shibumi del magistral Trevanian todas las cartas de este flipante divertimento sobre el asesinato (y la mala suerte) quedan al descubierto. Bullet Train, fiel en lo esencial de su jardín zen con asesinos de élite fracasando una y otra vez en sus misiones e interacciones a la novela del japonés Kôtarô Isaka, sería El expreso de Chicago (Arthur Hiller, 1976) pasada por el sentido de lo extremo de los bolsilibros de Trevanian. Solamente adaptado al cine en una ocasión, la alpinista Licencia para matar (1975) de y con Clint Eastwood, el universo de “sancionadores” a sueldo del escritor se apodera de una historia que son muchas historias, de un cartoon con personajes que no ocultan jamás su condición de dibujos animados.

Brad Pitt interpreta a un ladrón profesional en busca de un maletín, en una cinta llena de acción, enredos y personajes variopintos, porque si Guy Ritchie es un Quentin Tarantino ebrio, David Leitch es Tarantino en las drogas. El director de las magníficas Atomic Blonde (2017), John Wick (2015) y Deadpool 2 (2018), toma la novela neo-pulp del escritor japonés Kotaro Isaka y la transforma en una cinta con todos los elementos del director de Reservoir Dogs, Pulp Fiction y Kill Bill, llevados al paroxismo: criminales excéntricos, diálogos ingeniosos, banda sonora reciclada, alteraciones temporales y mucha, mucha sangre. Sin estropear las sorpresas en los spoilers, en la trama de Tren Bala la estrella de cine hollywoodense Brad Pitt quien por cierto ha trabajado anteriormente para Tarantino, Ritchie y Leitch, interpreta a un ladrón profesional apodado Ladybug por su empleador (Sandra Bullock). Su misión consiste en embarcarse en el tren del título, que viaja de Tokio a Kioto, para apoderarse de un misterioso maletín que parece que Leitch se lo robó a Tarantino y este a su vez a Robert Aldrich. Ladybug es un hombre convencido de su mala suerte y está reemplazando en su misión a otro ladrón profesional llamado Carver encarnado por un colaborador constante del director. Al abordar el tren va a comprobar su infortunio, cuando se enfrente a una serie de maleantes que hacen parte de los pasajeros del tren bala y que están relacionados con el susodicho maletín. Ellos son Mandarina con un estupendo Aaron Taylor-Johnson y Limón (Bryan Tyree Henry), dos supuestos hermanos mellizos y asesinos a sueldo, contratados por la Muerte Blanca, un capo criminal originario de Rusia y que tiene nexos con la mafia japonesa, por cierto, el actor que lo interpreta y su origen, es mejor no revelarlos. Mientras Mandarina y Limón nos aclaran su misión, discutirán sobre los personajes de Thomas y sus amigos, la serie infantil sobre trencitos que obsesiona a Limón.

Piensen en Thomas como la Big Mac de Vincent y la cita de la biblia de Jules en la clasica pelicula de culto Pulp Fiction (1994). El tren también es abordado por Wolf (Benito A Martínez Ocasio, mejor conocido en el mundo del reggaetón como Bad Bunny), un hombre en busca de venganza su origen y motivación tampoco se revelará aquí. Y también tenemos a Kimura (Andrew Koji, también conocido como Storm Shadow en Snake Eyes, el divertido spin-off de G.I. Joe, otro hombre en busca de venganza e hijo de un misterioso anciano (Hiroyuki Sanada de Mortal Kombat y Sankoukai). En este mundo testosterónico encontramos a dos mujeres de armas tomar. Prince (Joey King de La princesa) una chica siniestra que viste como una inocente colegiala, y El avispón, una asesina que envenena a sus víctimas otra actriz que es mejor dejar en el anonimato. Leitch y el guionista Zak Olkewicz quien se dio a conocer por hacer parte de esa trilogía homenaje a los slashers de los años setenta, ochenta y noventa, conocida como Fear Street, hacen uso de una serie de transgresiones temporales para que podamos entender que es lo que sucede en ese tren, del mismo modo que Tarantino lo hizo en Reservoir Dogs, Pulp Fiction y Kill Bill, y los criminales variopintos que bien parecen surgir del “Tarantino-verse”, también tienen algo del toque Ritchie es un misterio que Jason Statham, actor fetiche de Ritchie y protagonista del infame spin-off de Rápido y Furioso dirigido por Leitch, no esté presente en esta cinta.

Tren Bala es protagonizada por Brad Pitt, quien le da vida a Catarina o Lady Bug, un criminal con mala suerte, que busca la manera de ser una mejor persona, sin embargo, acaba en un viaje, por Tren Bala, que podría terminar con su vida. Su misión es recuperar un maletín y bajar en la próxima estación. La cinta tiene muchas escenas flashback que nos explican qué sucedió antes de cada historia, eso nos permite entender muchos detalles que se desarrollan a lo largo de la película. Bullet Train es dirigida por David Leitch, quien ha traído filmes como Deadpool, John Wick, Atómica y otras. El filme, nos muestra el estilo característico del director, pero también se nota la estética de los grandes del género de acción, la aventura y la comedia negra como Quentin Tarantino y Robert Rodríguez. En el filme, también conocemos las historias de más personajes, como los dos “gemelos” sicarios: Mandarina (Aaron Taylor-Johnson) y Limón (Brian Tyree Henry); así como a Prince (Joey King), una aparente inocente jovencita, que en realidad es una peligrosa asesina. No pierdas el detalle de todas sus armas, porque son muy letales y hasta divertidas. Asimismo, aparece Lobo (Bad Bunny), un sicario mexicano que busca venganza por la muerte de su esposa. De alguna manera todo está conectado, en esta comedia negra en la que hay bastante sangre y muchas muertes. La cinta está basada en la novela japonesa Maria Beetle, escrita por Kotaro Isaka. Ya se puede ver en la pantalla grande a partir del pasado miércoles 3 de agosto 2022.

Te recomiendo verla en pantalla IMAX porque las escenas de pelea y sangre se aprecian mucho mejor, además, de que el audio es infinitamente más potente. Los trenes tienen mucho donde explorar y Bullet Train lo sabe con la mezcla de elementos que favorecen tiranteces -el vagón silencio siendo mancillado, el carrito de las bebidas que impide moverse por el pasillo, el resto de pasajeros- junto al choque cultural que representa para un occidental adentrarse en la protocolaria vida nipona -saludos, reverencias, váteres con chorros multiusos- son un caldo de cultivo excepcional para este tipo Asesinato en el Orient Express contemporáneo y pop. Tren Bala no es para nada un producto cinematográfico original, pero es una película en honor a la verdad muy, muy, muy divertida. Esta es una de esas cintas en donde se percibe que los actores se la pasaron muy bien y el sentimiento se contagia. Para disfrutar del filme hay que dejar a un lado todos los problemas de la lógica y obviamente de la verosimilitud, así como el sentido de todo este ballet de sangre, balas, catanas, momomones y serpientes en el tren. Aquí lo importante es el viaje. ¡Y qué viaje! Es la comedia de acción del año.

Lic. Ernesto Lerma, titular de la sección y columna periodística.

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