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Super Mario Bros. | República Cinéfila

Super Mario Bros. es la actual adaptación filmica del famoso videojuego en una película animada que realmente funciona con la grata experiencia que millones de video jugadores han tenido.

Porque se reproduce con fidelidad en esta versión de animacion aunque la suma de sus partes hacía presumir un nivel de diversión que casi nunca se alcanza y es que los directores Aaron Horvath y Michael Jelenic son dos realizadores especialistas en animación, destacándose con esa maravilla de cinta alocada que fue la de los Teen Titans Go! (2017) por lo tanto, si pensamos a Super Mario Bros: La Película desde el punto de vista de su relación con la comedia, el saldo es casi más que negativo.

No es que la nueva adaptación de los clásicos personajes del videojuego carezca de inventiva, pero bien es cierto que su humor no pasa de lo reglamentario, de lo que hoy sabemos que mínimamente podemos exigirle a una película animada mainstream y mas del cine de Hollywood.

Si Horvath y Jelenic supieron sacarle todo el jugo al juego autoconsciente con los personajes de DC Comics, aquí se los nota demasiado preocupados en amoldarse a las exigencias de la compañia de videojuegos Nintendo, más interesada en crear una popular franquicia cinematografica que en permitirse ciertos exabruptos con sus criaturas.

En la sencilla sinopsis de la trama, Mario y Luigi, son dos fontaneros/plomeros de Brooklyn en la ciudad de Nueva York, viajan por accidente al Reino Champiñón, amenazado por el malvado Bowser. Si en el pasado la relación entre los videojuegos y el cine era bastante conflictiva, con el tiempo han aparecido más libertades expresivas para eludir la mera reproducción de la experiencia gamer.

Ya no hay tanta preocupación en el intento de emulación porque los fracasos en taquillas mundiales de cines han sido estrepitosos, sino uno libertad para entender que el cine, al igual que lo hace con la literatura -cuando lo hace bien-, debe tomar lo básico para construir otro tipo de experiencia.

La película de Horvath y Jelenic, por lo tanto, avanza en dos direcciones: una, la de la construcción de una aventura autónoma, con Mario tratando de encontrar a su hermano Luigi, mientras queda en medio de una disputa entre mundos.

Hay una tibia construcción de una mitología neoyorquina pero carece del peso suficiente como para hacer sistema y otorgar a los personajes un contexto. La otra dirección es la de ver de qué manera aplica la lógica de los videojuegos a esa narrativa. Se podrá decir que el experimento es un poco fallido, pero no del todo insatisfactorio: si los personajes son mayormente insulsos (uno de los problemas de la película), la iconografía del Super Mario Bros. se aplica de manera coherente con un relato que hace de las dispersión narrativa su norte.

Super Mario Bros: La película es fragmentaria, de secuencias que se apilan unas encima de otras y que logran algún efecto cómico en la libertad de experimentar por pasajes sin demasiada conexión argumental. Esto último es lo que sucede con el villano Bowser, tal vez la gran invención humorística de la película, algo que se debe en parte al notable trabajo vocal de Jack Black. Es su personalidad la que le da identidad al personaje, un ser malvado no exento de una alta dosis de ingenuidad, lo que lo vuelve por momentos un niño caprichoso.

En Bowser sí se notan las ganas de jugar de Horvath y Jelenic, y la libertad de romper con lo pautado desde el videojuego. Es eso lo que se extraña en el resto del film, aunque también es cierto que cae un poco preso de las expectativas generadas ante el talento reunido; no solo en la dirección sino también en el elenco de voces. En todo caso es un borrador de una película mucho más divertida, que ante el éxito comercial de esta primera entrega, Horvath y Jelenic pueden tomarse el trabajo de comenzar a construir.

La Disney más dinámica, Max Fleischer y Osamu Tezuka: esos son los tres vértices entre los que se ha movido la franquicia Super Mario Bros. desde que Shigeru Miyamoto se la sacara del magín. Unos parámetros que funcionan estupendamente en una videoconsola, pero que ponen muy difícil (o casi imposible) convertir las aventuras del fontanero bigotón en un largometraje que aguante el tiempo.

Super Mario Bros.

Algo que Super Mario Bros.: La Película demuestra muy a su pesar. Aunque los directores Aaron Horvath y Michael Jelenic le hicieran una brillante peineta al cine de superhéroes llevando Teen Titans Go! al cine, esta adaptación no deja de ser un producto de Illumination Entertainment, el mismo estudio que nos ha flagelado con el éxito de los Minions. Algo que, durante el metraje de este filme, se nota demasiado, y demasiado a menudo.

Porque, si bien el lenguaje de Mario pertenece desde siempre a los dibujos animados de garrotazo y tentetieso, Illumination tiene aquí la obligación de llenar hora y media de metraje con una historia que sirva de excusa para encadenar saltos sobre plataformas, carreras de karts o lo que se tercie. Y también se ve enfrentada al desafío de satisfacer por igual a los fans, al público generalista y a los ejecutivos de una Nintendo siempre celosa de su marca. Así pues, el guion de Super Mario Bros. parece construido a partir de una lista de mínimos. ¿Que Horvath, Jelenic y el escritor Matthew Fogel -Minions: El origen de Gru- se han quitado ya de encima las alusiones a los títulos clásicos de la saga? Pues pasamos a la aparición obligatoria de Donkey Kong, tras esta a Luigi’s Mansion, y así sucesivamente. Todo sea por no dejarse ningún lugar común en el tintero. Asimismo, como Mario y Luigi no dejan de ser personajes de videojuego (y, por tanto, productos de nicho, pese al demoledor éxito de su saga), toca insertar las obligatorias dosis de ironía y las referencias que lleven al público no jugón, o a los padres arrastrados por su prole, a no arrepentirse demasiado de haber pasado por taquilla. Estos momentos, que ya de por sí chirrían lo suyo, se vuelven aún más incómodos cuando la banda sonora tira de éxitos pop. Manda narices que, con el inmenso tesoro musical acumulado por las aventuras de Mario desde los días de Koji Kondo, esta película incluya escenas ambientadas con las obligatorias canciones de A-Ha, AC/DC y los Beastie Boys, entre otros. La presencia pizpireta de la princesa Peach, ese Bowser convertido en incel con caparazón o un aspecto visual muy solvente (la carrera sobre la Senda Arcoíris, por ejemplo, es un festival de policromía) son descansos que hacen más llevadero este festín de inanidad. Pero no consiguen convertirlo en algo más que un greatests hits de una franquicia imprescindible para entender los videojuegos y su evolución. Este filme se salva por los pelos de ser una lista de guiños para todos los fans gamers.

The Super Mario Bros Movie

Mi 8.5 de calificacion a esta produccion filmica animada, porque una de las características comunes de los videojuegos consiste en tener una segunda oportunidad para redimirse luego de la derrota. Hace treinta años, se estrenaba Super Mario Bros. (1993), la primera adaptación de un videojuego en la historia del cine.

El resultado fue un rotundo desastre en todo sentido, pese a un nutrido grupo de actores (Bob Hoskins, John Leguizamo, Dennis Hopper, Samantha Mathis) y a una banda sonora conformada por artistas musicales como Roxette, Megadeth, Queen, Extreme y Joe Satriani.

Esta cinta, alejada del espíritu alegre y colorido del popular videojuego creado por Shigeru Miyamoto en 1985, inició la larga tradición de adaptaciones deplorables como lo fueron Double Dragon, Street Fighter, Wing Commander, House of the Dead, Doom o la horrible e interminable saga de Resident Evil.

Todo parecía perdido y sin esperanza para los videojuegos en el cine y la televisión… hasta que llegó la serie The Last of Us para cambiarlo todo.

Lo que parecía una tarea tan imposible como pasar el nivel del infierno de Mario, fue superada con maestría por los productores y guionistas Craig Mazin y Neil Druckmann, quienes entendieron que si se va a adaptar un videojuego no se debe alejar de la experiencia particular lograda por el mismo, sino que, por el contrario, esta se debe enaltecer. Asimismo, se deben desarrollar los personajes para lograr un equilibrio entre la narración, el conflicto y la acción. Ahora bien, jugar Super Mario Bros. es una experiencia abismalmente diferente a jugar The Last of Us.

Haber intentado imitar a la exitosa serie, como si se tratara de una fórmula, hubiera constituido un grave error que hubiera terminado en una cinta más lúgubre que la versión del 93.

Por el contrario, el guionista Matthew Fogel (Minions, Lego Movie 2) y el equipo de cuatro directores conformado por Aaron Horvath y Michael Jelenic (las personas detrás de las divertidas series animadas Batman: The Brave and the Bold y Teen Titans Go!), junto a Pierre Leduc y Fabien Polack (las personas detrás de las exitosas sagas de Mi villano favorito y Sing para los estudios Illumination), tomaron el rumbo de Angry Birds (la mejor adaptación para cine de un videojuego hasta la fecha) y lograron llegar a un nuevo nivel.

Esto bien podría llamarse “adaptaciones de videojuegos 2.0”. Si algo tienen en común Angry Birds y Super Mario Bros. es la simpleza y el surrealismo de sus premisas (la primera tiene que ver con unos pájaros iracundos que atacan unas fortificaciones hechas por unos marranos estúpidos; la segunda con dos plomeros hermanos de origen italiano que ingresan a una serie de mundos lisérgicos, buscando rescatar a una princesa secuestrada por una tortuga maligna). Las dos cintas logran triunfar gracias a que acogen sin protestar ese sentido del absurdo y lo hacen con gracia, color, buena música y mucha diversión.

Donkey Kong

Chris Pratt y Charlie Day les brindan las voces y la caracterización a los hermanos Mario Mario y Luigi Mario, respectivamente. Y nos introducen a sus personajes con el inolvidable rap que hizo parte de la serie animada de finales de los años ochenta The Super Mario Bros. Super Show, que incluía al fallecido luchador el Capitán Lou Albano.

Esto marca una serie de numerosos referentes, tanto a los videojuegos asociados con los personajes creados por Miyamoto (Donkey Kong, Mario Bros., Super Mario, Mario Kart, Paper Mario, Mario Party), como a las fallidas adaptaciones previas y a otros videojuegos de Nintendo (Punch Out, Duck Hunt, F-Zero, Kid Icarus, Star Fox). En esta cinta sentiremos el aprecio y amor que los hermanos plomeros se tienen el uno al otro, conoceremos la razón por la cual el villano Bowser (Jack Black), el rey de los Koopa, hace lo que hace (su amor tóxico es extremadamente gracioso), y la princesa Peach (Anya Taylor-Joy), aquí dejará de ser una damisela en peligro algo odiosa, para convertirse en una princesa guerrera mucho más cercana a Xena que a la princesa original del videojuego (¡Gracias a Dios y al feminismo!).

Los personajes secundarios se logran robar nuestros corazones, especialmente el valiente honguito Toad (Keegan-Michael Kay); el tremebundo Donkey Kong (Seth Rogen), el príncipe del Reino de la Selva e hijo de Cranky Kong (Fred Armisen); y Lumalee (Juliet Jelenic), una gotita de luz con un serio cuadro clínico de depresión. Pero es la extrema cercanía con la encantadora experiencia de los videojuegos lo que hace de Super Mario Bros. La Película todo un triunfo. El color, la música, la atención al detalle, el sentido de lo absurdo y la obsesión por correr, brincar y esquivar, es lo que hace que esta cinta sea algo mucho más humano y divertido, que los pesados Na’vi de Avatar. Lo siento Angry Birds, el trono ya no es de ustedes.

Mario ha saltado con gracia sobre el banderín y lo ha hecho de la mejor manera posible. Hasta el momento, Super Mario Bros. La Película, es la mejor adaptación cinematográfica de un videojuego.

 

P.D. Si se preguntaban los fans por la ausencia de un notable personaje en el universo de Mario, hay una llamativa escena post créditos que resolverá todas sus inquietudes y que obviamente dara lugar a otra nueva saga cinematografica animada apta para todo el publico.

Lic. Ernesto Lerma, titular de la seccion y columna periodistica.

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