Bad Education (2019) | República Cinéfila
Con una duración de 108 minutos, la cinta Bad Education sobre el caso de Frank Tassone, es una de los noticias más resonantes de estafas administrativas que reconoce la historia de los Estados Unidos ya que este directivo de Roslyn, un colegio estatal de Long Island, se terminó robando en sociedad con la superintendente de la entidad una cifra superior a los once millones de dólares.
El caso saltó a la fama en el año de 2002, cuando Tassone era una figura reputada de su comunidad y el colegio estaba entre los más requeridos por las universidades norteamericanas, gracias al trabajo del hombre, quien implementó políticas educativas de lo más modernas y progresistas. “Bad Education”, la película estrenada por HBO y dirigida por Cory Finley, cuenta esa historia pero lejos de quedarse con la mera ilustración de hechos reales (digamos, lo que hacen los malos biopics) trasciende esa ilustración para hacer una radiografía del nivel de hipocresía que reside en el corazón de la clase media/alta norteamericana, además de sacar algunas conclusiones sobre cómo es posible que un robo que estaba a la vista de todos no fuera descubierto antes.
En el año de 2017, el director Cory Finley presentó su ópera prima, “Thoroughbreads”, que era una historia escrita por él mismo sobre un par de adolescentes criminales que no parecían romper ni un plato. Dos años más tarde, el crimen vuelve a ser el tema central de un filme suyo, pero esta vez el cineasta se basa en un hecho verídico para presentarnos a Hugh Jackman como un superintendente del distrito escolar de Roslyn. Él busca lo mejor para su escuela, por ejemplo: que pase de ser la #4 en el estado de Nueva York, a la número uno. Sin embargo, hay un detalle: extraños reportes financieros en cuentas y facturas. Además de narrar todo con una fluidez sin igual, Finley tuvo el gran acierto de ver que lo que tenía entre manos era una comedia, siniestra sí, tensa también, pero comedia al fin, y una notablemente divertida. En “Bad Education” se respira un poco el mismo aire que en la obra maestra de Alexander Payne, La elección. No solo porque los pasillos del colegio, el detrás de escena del mundo estudiantil y las relaciones de poder entre los personajes nos lo traen a la memoria, sino además porque el nivel de cinismo que se respira es igualmente asfixiante.
Claro que la película de Finley es un poco más amable porque sus personajes buscan serlo, ríen mucho (la actuación de Hugh Jackman como Tassone es consagratoria), son buenos consejeros y hacen excelentemente su trabajo. Tassone y Pam Gluckin (Allison Janney en otro de sus memorables personajes venenosos) se daban la gran vida, tenían varias propiedades y escondían algunos secretos, que conviene no conocer de antemano para sorprenderse con los giros de una historia increíble. Como desliza en algún momento uno de los personajes, las criaturas que habitan “Bad Education” son sociópatas. Por eso las risas, la amabilidad. Porque las tramas en las historias norteamericanas se han caracterizado por mostrarnos aquella tierra de oportunidades en donde no importa lo empedrado que sea el camino, siempre habrá una forma de llegar a la meta. En “Bad Education”, el personaje de Jackman refleja una visión retorcida de ese sueño americano a través de una falsa condescendencia. La excelencia es posible siempre y cuando ocultemos nuestras manchas de lodo muy bien. Con el resto del reparto secundario que se encuentra también a la altura de las circunstancias especialmente Ray Romano y la joven Geraldine Viswanathan, a quien vimos en la comedia “No Me Las Toquen” (2018) y quien aquí interpreta a la estudiante Rachel Kellog, la responsable de que las irregularidades en las cuentas y facturas salieran a la luz. Ella pasa de ser una alumna promedio, a una pequeña discípula de la clásica cinta “Todos Los Hombres del Presidente” (1976).
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