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Jurassic World: Dominio | República Cinéfila

Jurassic World Dominio, El cierre de esta trilogía tiene algunas ideas y secuencias muy atractivas, pero lo cierto es que no muestra mucha inventiva y riesgo, por lo que termina desperdiciando varias oportunidades creativas. Y es que personalmente debo admitir que disfruté medianamente de Jurassic World Dominio, pero que al mismo tiempo me cuesta encontrar una justificación medianamente razonable para ese disfrute.

Se podrá apelar a la necesidad de pasarla bien sin pensar demasiado en la sala del cine, a la típica frase “es una película palomera”, pero creo que, finalmente, todo tuvo que ver con las expectativas: esperaba muy poco de una saga que ya consideraba algo agotada, luego de una primera parte Jurassic World (2015) que, a pesar de sus méritos narrativos y de puesta en escena, lo que hacía era actualizar mínimamente el argumento de la cinta original, sin llegar a innovar demasiado; y de una segunda entrega, Jurassic World: El Reino Caído (2018), que tenía un arranque prometedor, para luego enredarse en demasía y caer en una trama de encierro tan enredada como irrelevante. Por eso, quizás, los pocos hallazgos de este cierre terminaron pesando más que un argumento que, en cuanto se lo piensa un poco, se cae a pedazos.

Lo cierto es que Jurassic World Dominio tenía algunos elementos que podían jugar a su favor: desde el planteo que retomaba el final de El Reino Caído de un mundo donde los dinosaurios comenzaban a interactuar con todas las especies, incluida la humana, a escala planetaria; hasta los retornos de los veteranos actores Sam Neill, Laura Dern y Jeff Goldblum, protagonistas de la trilogía original de Jurassic Park (1993/1997/2001), con todo lo que implicaban sus respectivos legados. Estaban dadas las condiciones entonces para una salida del esquema de repetición y encierro -por más que sea en espacios inmensos como los parques de diversiones- al que parecía sometida la franquicia, además de una posible línea narrativa que potenciara la oscuridad que siempre la sobrevoló.

Y algo de eso asoma en la película, principalmente en su primera mitad, que va de un lado al otro del mundo con bastante vértigo. Esa alternancia espacial le permite disimular un poco las incoherencias e indecisiones de un relato que saca de la galera una amenaza para la provisión alimentaria a escala global, producto de un experimento tan ambicioso como fallido de una corporación que quiere sacarle todo el jugo posible a las posibilidades que plantea la combinación de ADN de los dinosaurios con el de los humanos.

A Dreadnoughtus in Jurassic World Dominion, co-written and directed by Colin Trevorrow.

Esa especie de thriller corporativo con condimentos de acción termina conduciendo, en la segunda mitad del film, a otro lugar donde los dinosaurios están supuestamente contenidos y bajo control hasta que no, hasta que los desmedidos deseos de un empresario malvado con un Campbell Scott totalmente desdibujado como el villano hacen que todo estalle por los aires. Ahí es donde queda claro que el realizador Colin Trevorrow, director y coguionista que ya había cumplido un rol similar en Jurassic World, no tiene la capacidad o el atrevimiento suficiente para contar algo realmente nuevo.

Por eso Jurassic World Dominio queda condenada a reincidir en los ya clásicos discursos moralistas sobre los peligros de la ciencia cuando choca con la naturaleza; desperdicia la iconicidad que podían transmitir Neill, Dern y Goldblum, que cumplen papeles poco relevantes; y a lo sumo se conforma con delinear una aventura de conformación familiar relativamente aceptable. Hay sí un puñado de secuencias de acción y algunas ideas narrativas que nos indican la película que podía ser Jurassic World Dominio y que finalmente se resigna a no ser. Ahí tenemos, por caso, una instalación clandestina donde una variopinta galería de criminales trafica dinosaurios con diversos orígenes y destinos; y una vibrante doble persecución urbana en Malta con dinosaurios, motos y camiones destruyendo media ciudad.

Son elementos disparatados y divertidos, que insinuaban una historia más ambiciosa y potente, pero que nunca llegan a ser más que chispazos creativos en una película que se conforma con poco y que incluso se autoboicotea en sus propósitos de ser una clausura recordable y cautivadora. En Jurassic World Dominio rara vez aparece la sensación de peligro y miedo, porque se imponen fórmulas que son mínimamente efectivas, pero en realidad nunca disruptivas, pero que funcionan como un espectáculo visual de entretenimiento de calidad hollywoodense, por eso la cinta vale mucho la pena por sus buenas escenas de acción y aventura.

Mi 9 de calificación personal a esta gustada cinta hollywoodense, que con esta sexta parte, los dinosaurios se enfrentan a su final y es mejor que sea así porque en el año de 1993, Steven Spielberg adaptó la novela de Michael Crichton sobre un parque de diversiones fuera de control. En esa ocasión no eran unos androides vestidos de vaquero los que ocasionaban el caos, Crichton escribió y dirigió la película Westworld (1973), sino unos dinosaurios vueltos a la vida gracias a la genética.

Jurassic Park marcó un hito en cuanto a efectos especiales por computador, los dinosaurios jamás se habían visto tan reales en el cine y terminó siendo un trabajo muy emocionante y divertido. Presionado por los estudios, Spielberg asumió a regañadientes las riendas de una secuela llamada The Lost World mismo título de la novela de Crichton y de una cinta de 1925 sobre animales prehistóricos basada en la obra de Arthur Conan Doyle. El filme de 1997 poseía un elenco diferente que incluía a Julianne Moore y Vincent Vaughn. Su tono fue más oscuro y sádico que el de su predecesora, pero eso no impidió que terminara siendo un gran éxito. La tercera parte llegó años después, pero ya sin Spielberg, quien cedió la dirección a Joe Johnston, el autor de The Rocketeer (1991), la magnífica cinta de superhéroes retro y de Querida, encogí a los niños (1989), un divertido derroche de efectos especiales.

El resultado fue una cinta cansada y torpe, que decepcionó a su público y que marcaría un supuesto final para la franquicia. Pero como si se tratara del terco John Hammond, el personaje interpretado por el fallecido Richard Attenborough, empecinado con resucitar a los dinosaurios, los estudios Universal Pictures deciden regresar con la saga, ahora bajo el título de Jurassic World y un nuevo elenco de actores, que incluye a Chris Pratt y Bryce Dallas Howard.

Colin Trevorrow, quien hasta ese momento había dirigido la comedia irregular Safety Not Guaranteed, fue asignado para asumir la arriesgada misión y el resultado fue espectacular ya que hasta la fecha, esta cinta es la más taquillera de la franquicia y una de las películas más taquilleras de todos los tiempos. Como era de esperarse, una secuela era algo inevitable y ella fue Jurassic World: Fallen Kingdom, una cinta muy exitosa pero que el director español Juan Antonio Bayona, autor de las excelentes El Orfanato (2007) y Un monstruo viene a verme (2016), no supo controlar. El resultado fue un producto frío, aburrido y abrumador que nos hizo olvidar rápidamente del encanto de las primeras dos películas. Ahora llega el que se supone es el capítulo final de la saga sobre los dinosaurios. Jurassic Park: Dominion, con Trevorrow otra vez en la dirección, posee tanto las cualidades como los defectos de las cinco entregas anteriores. Es la cinta más extensa de tiempo y pesada de todas con sus dos horas y media de duración, pero también goza del atractivo de los trabajos de Spielberg y del espíritu disparatado de la primera parte de la trilogía protagonizada por Pratt. Los dinosaurios se han salido de los parques y ahora habitan entre nosotros. La ambición y el egocentrismo del genetista Lewis Dodgson con Campbell Scott canalizando a Steve Jobs, Elon Musk y Jeff Bezos se ha desbordado.

El entrenador de dinosaurios Owen Grady (Pratt) y su pareja, la ambientalista Claire Dearing (Bryce Dallas Howard), ahora viven ocultos y cuidan de Maisie Lockwood (Isabella Sermon), la hija clonada de Charlotte, la hija fallecida del también fallecido magnate Benjamin Lockwood, el antiguo socio de Hammond. Dodgson quiere recuperar a la niña para descifrar su código genético y llevar a cabo sus siniestras intenciones. Por eso la termina secuestrando y sus padres adoptivos van al rescate. Por otra parte, la paleo-botánica Ellie Sattler (Laura Dern) acude a su amigo, el paleontólogo Alan Grant (Sam Neill) para visitar a Dodgson y descubrir su conspiración.

(from left) Dr. Alan Grant (Sam Neill) and Dr. Ellie Sattler (Laura Dern) in Jurassic World Dominion, co-written and directed by Colin Trevorrow.

Quien les va a ayudar a descubrir los misterios es nada menos que el Dr. Ian Malcolm (Jeff Goldblum), compañero de aventuras de Sattler y Grant. Como si se tratara de Star Wars: El Imperio Contraataca (1980) o El Señor de Los Anillos (2000/2002/2003), las correrías de Grady y Dearing, así como las de Sattler, Grant y Malcolm, transcurren de forma paralela y luego colapsan en el tercer acto de hecho, la referencia al cuarto capítulo de La Guerra de Las Galaxias no es gratuito, ya que aquí tenemos a la piloto Kayla Watts (De Wanda Wise) un nuevo personaje muy similar al ambiguo Lando Calrissian del clásico de la ciencia ficción.

Hace poco, Judd Apatow presentó en Netflix su comedia The Bubble, inspirada en la controversia que se generó alrededor de la filmación de Jurassic World: Dominion, debido a que los estudios decidieron filmarla en plena pandemia global de covid, con los actores viviendo confinados en un hotel durante su producción. Aunque The Bubble no llega a ser un documental o un reflejo exacto de cómo fue la realización de la última parte de Parque Jurásico, no se puede evitar pensar en el cinismo, la falta de humanidad, el deseo de reventar la taquilla y de volver a despertar el interés por los parques temáticos en la era postpandemia, aspectos que se encuentran detrás de esta cinta como si se tratara de una amenaza fantasma.

Las premisas fundamentales de Jurassic Park: Dominion son tres. Primero, unir a los elencos de la cinta original con el de la trilogía contemporánea. Segundo, resolver los enredos desatados con la anterior película. Y tercero, llenar la pantalla de dinosaurios. Las tres premisas se resuelven a cabalidad, pero hubo un precio a pagar. porque la magia de las primeras 2 cintas de Spielberg prácticamente ha casi desaparecido. Ya es hora de que los dinosaurios se extingan de nuevo, al menos esta película le da un digno cierre de una franquicia muy querida por el publico, porque los dinosaurios aun son atractivos para la taquilla fílmica.

Lic. Ernesto Lerma, titular de la sección y columna periodística.

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