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Evil Dead: El Despertar | República Cinéfila

Evil Dead: El Despertar, continua con la popular saga cinematográfica de culto en una nueva película que replantea la esencia del horror sangriento para fanáticos de este genero fílmico.

En la sinopsis de la trama, esta es la historia de dos hermanas separadas cuyo reencuentro se ve interrumpido por el surgimiento de demonios poseedores de carne, empujándolos a una batalla por la supervivencia mientras se enfrentan a la versión de familia más aterradora que se pueda imaginar.

En su momento, las personas de toda índole, cercanas y no tanto, que no son público del cine de terror, alguna vez me han llegado a preguntar por qué miro eso que produce, cuanto menos, sensaciones negativas, por no decir ganas de llorar y votar a Milei.

Puede llegar a ser una pregunta difícil de responder, en principio porque no lo sé, y luego porque, que no se enojen mis interlocutores, es lo mismo que preguntar a alguien que fuma por qué lo hace si sabe que es un hábito molesto y potencialmente mortal, y también es probable que la respuesta sea más bien simple, cualquier cosa que hacemos porque nos gusta le gana a la racionalidad y a cualquier lista de aburridos argumentos en contra.

La cuestión es que, luego de los explosivos 97 minutos de Evil Dead: El Despertar (en adelante, y para olvidarnos del subtítulo genérico, sólo la llamaremos Evil Dead), me vi obligado a preguntarme, “¿por qué te hacés esto? ¿Por qué no quedarse en casa a rever Spiderman o algo así?”.

Por primera vez en décadas que no salía del cine tan exaltado y nervioso, desde que vi por primera vez El exorcista, creo que fue en 2001 ó 2002, una noche lluviosa en el centro de Tandil. A ver si puedo articularlo mejor.

Esta última iteración de la franquicia de Evil dead es el resultado de 40 años de pulir una fórmula única que podemos decir que, a nivel argumental, cambia un poco en la tercera parte, El ejército de las tinieblas (1992), pero que siempre se ha movido en los límites de la comedia, el terror cósmico lovecraftiano, el cine de terror juvenil norteamericano y el gore.

De todos toma prestado, pero construye algo propio siempre, de tal forma que hay una estética Evil Dead, un montaje Evil dead (que Raimi ha utilizado muchas veces, recordar el nacimiento del Doctor Octopus en Spiderman 2) y lo más importante, hay una puesta en escena Evil Dead. Todo esto se mantiene pero está pulido a la perfección en esta quinta iteración.

Tiene la intensidad de la remake de 2013 (película de Fede Alvarez que defendemos y amamos desde siempre) pero nos da lugar a la risa nerviosa y medio cínica de la película original de Raimi; tiene el diseño brutal de los monstruos de la 2 y la 3 y hasta se permite un héroe canchero a lo Bruce Campbell, sin llegar a ese nivel de histrionismo y locura por supuesto.

Y si me preguntan, podría decir que es una película de encierro carpenteriana, y hasta tiene cosas de La cosa valga la redundancia. También hay un uso exagerado de motosierra y sangre a montones si no, no sería Evil Dead.

En resumen, esta película es una experiencia aterradora y absolutamente disfrutable, nadie podría acusarla de abusar de los jumpscare porque con ella la vida es un jumpscare. Hasta ahora la mejor manera que encontré para describirla es, piensen en la imagen más aterradora que recuerden que hayan visto, alguna de El exorcista o Hereditary, o piensen en la psiquis del “Gato” Gaudio.

Evil dead es eso mismo, pero por 97 minutos sin parar. Que el terror elevado y Ari Aster la saquen del ángulo. Sin ánimo de exagerar demasiado es probable que esta Evil dead sea una de las experiencias más terroríficas de la última década.

Pese a que no cuenta el protagonista de la trilogía original, la nueva película de Evil Dead no disgustará para nada a los fieles seguidores de esta reconocida saga sobre posesiones demoniacas, horrores cubiertos de líquidos, vómitos y sangre en esta cinta el terror desde el lugar en el que lo políticamente correcto no encaja.

Evil Dead

Porque una Una de las mayores sorpresas de ‘Posesión infernal: El despertar’ no es su bienvenida fidelidad al baño de sangre y al splatter de la vieja escuela con el que Sam Raimi dotó de frenética avidez de carne (y cine) a su debut hace ya más de cuatro décadas.

Lo que dota a esta, no sabríamos decir si secuela directa de los desmanes de Ash o del impecable remake que Fede Álvarez dirigió hace ya diez años, inmersión en el horror con malicia y saña que es el film de Lee Cronin es que en realidad esté mucho más cerca de otra de las joyas de Raimi en el género: ‘Arrástrame al Infierno’.

Es verdad que en su (¡gracias a los dioses!) conciso metraje, ‘Posesión infernal: El despertar’ encierra a sus personajes (femeninos en su mayoría) con demonios hambrientos, violencia paroxística (y sin embargo no con el toque cartoon que Sam Raimi dio a la franquicia), hemoglobina a cubos y una icónica sierra mecánica, elementos que, junto a el espacio claustrofóbico, respetan las señas de identidad de la marca ‘Evil Dead’.

Pero más cierto es que lo que prevalece en esta notabilísima cinta es la cotidianeidad de lo maligno, su familiaridad y su existencia a nuestro lado. Al igual que una discusión aparentemente sin importancia llevaba a la Alison Lohman de ‘Arrástrame al Infierno’ a meter en su vida a una bruja, una en apariencia inofensiva (tortuosa en realidad: no anda muy lejos de ella otra similar, con brujería y sangre a borbotones: la de la ‘Venus’ de Jaume Balagueró) reunión familiar será la chispa que encienda el resurgimiento de un horror que siempre anidó allá abajo.

Un horror subterráneo no solo en una ciudad en decadencia (ese terremoto en un barrio desahuciado… semejante al de la reciente ‘Barbarian’, donde, vaya, sumemos ¿casualidades?, el monstruo también se ocultaba en las profundidades) que Cronin no duda en dibujar como si se tratara de la cabaña de la original “Posesión infernal” trasladada al onírico y pesadillesco espacio de la obra de Lucio Fulci.

Un horror en y desde los adentros que el film materializa con todo un despliegue de mutilaciones, fluidos, despojos cárnicos y materia muerta. También habla de los lazos que unen a familias, a madres y a hijas.

No cae en la autocomplacencia y en el discurso baldío, sino que juega con nervio y con inteligente maldad con las relaciones entre los personajes para recordarnos que el ser humano está predestinado a engendrar el Mal por mucho que las convenciones, la educación y la represión social nos hagan enterrar todas esas pulsiones en el sótano.

El guion y la dirección de Cronin van por ese laberíntico e inexorable camino: ataca a sus criaturas con sus peores pesadillas y deseos ocultos; alumbra horrores cubiertos de líquidos, vómitos y sangre; desentierra el terror de ese lugar en el que lo políticamente correcto se ha empeñado en ocultarlo.

Abre el Necronomicón en canal cual la caja de Pandora. Bienaventurado sea, maldición, por ello este filme es muy apto como para alimento de demonios y criaturas infernales ávidas de sangre y de cine de terror-terror. Con visto lo mejor que es el de recobrar la esencia de lo más salvaje de un gran autor y realizador como lo es Sam Raimi.

Pero con casi lo peor que no deja espacio para un humor negro que posibilitara un llamativo cameo. Aun así vale mucho la pena.

Mi 9 de calificación a esta mas que buena producción fílmica porque los amantes del terror quedamos con la boca abierta, cuando en 1982 llegó a las pantallas una pequeña, pero explosiva cinta llamada Evil Dead (Mala muerte en español).

En ella, un grupo conformado por cinco estudiantes universitarios liderados por el joven Ash (Bruce Campbell) se refugian en una cabaña abandonada para pasar el fin de semana.

Siguiendo las reglas narrativas de los slashers, se descubre un peculiar libro abandonado en la cabaña, acompañado de una grabación hecha por el arqueólogo dueño de la cabaña. Al reproducir la grabación, los estudiantes se enteran de que el libro es el Necronomicón Ex Mortis, una biblia satánica encuadernada en piel humana y escrita con sangre.

Y en una situación tan absurda como terrible, el arqueólogo en la grabación pronuncia unas palabras obtenidas del “libro de los muertos” que despiertan a una serie de demonios que proceden a eliminar uno a uno de una manera grotesca y violenta a cada uno de los estudiantes. Sam Raimi, su director, más tarde se convertiría en una leyenda de Hollywood (él dirigiría la trilogía original de El hombre araña).

Pero con Evil Dead, logró algo imposible: hacernos reír y aterrarnos con la misma intensidad, en una especie de montaña rusa de emociones extremas. La cinta se convirtió casi que inmediatamente en un objeto de culto que contó con unos fieles defensores (como es costumbre, muchos críticos de cine la vilipendiaron, pero otros reconocimos su energía cruda y visceral).

Raimi, con un mayor presupuesto, se dispuso a hacer una secuela, que, en últimas, es más bien un remake de la película original. Evil Dead II (La sonrisa del terror en español), logra superar a su predecesora en paroxismo y en enfocarse más en el personaje de Ash (uno de los pocos Final Guys en la historia de los slashers), aprovechándose del histrionismo de Campbell y de una serie de situaciones surrealistas de las que es víctima.

Años más tarde llega una tercera parte muy arriesgada. Army Of Darkness (El ejército de la oscuridad), es un tributo de Raimi a la novela Un Yanqui en la corte del Rey Arturo de Mark Twain y al cine de Ray Harryhausen, donde se ubica a Ash en la Edad Media con una sierra eléctrica en reemplazo de su mano y donde se convierte en un caballero medieval que lucha contra demonios.

Aunque es cierto que la secuela de Evil Dead es en realidad una película de Sword & Sorcery, lo cierto es que incluye varios momentos muy aterradores y es una experiencia colmada de adrenalina y mucha diversión, características del mejor cine Clase “B”.

Evil Dead: El Despertar

Casi veinte años después, el uruguayo Fede Álvarez toma las riendas de Evil Dead y decide hacer un reboot que regresa a las raíces de la saga enclavadas en el terror y la posesión satánica.

El resultado fue una película injustamente subvalorada que mantiene en alto los estándares logrados en las entregas anteriores. Los fieles seguidores de la saga la asumen como una secuela que, aunque no incluye realmente a Ash (este aparece en una escena postcréditos), hace parte del universo original.

Lo cierto es que, entre la primera, la segunda y la tercera parte hay muchas contradicciones y sin sentidos que se perdonan por las intensas experiencias que significa verlas (también existen cinco videojuegos basados en la franquicia).

Raimi recupera a Ash con una serie conocida como Ash Vs. Evil Dead, en la que Ash regresa al presente para continuar en su lucha contra las personas poseídas por demonios con su icónica sierra eléctrica, esta vez con un grupo de inexpertos discípulos.

Este fue un producto irregular que perduró por tres temporadas, pero que, la verdad sea dicha, mantiene algo de la magia, la sangre, el absurdo sentido del humor y momentos altamente espeluznantes. Ahora es Lee Cronin (autor de El bosque maldito), quien retoma las premisas de Evil Dead, en un nuevo reboot/secuela que se aprovecha de lo planteado en El ejército de la oscuridad.

Allí se advierte que existen tres biblias satánicas y eso nos lleva a pensar que los cincos estudiantes de la cinta original encontraron uno, los cinco de la cinta del 2013 de Álvarez encontraron el segundo, y los nuevos protagonistas han encontrado el tercero.

Estos ya no son cinco estudiantes. Son una familia conformada por Ellie (una estupenda Alyssa Sutherland) una madre soltera de tres hijos: Teresa (Mirabai Pease), Caleb (Richard Crouchley) y la pequeña Kassie (Nell Fisher). Para completar los cinco, llega de visita Beth (Lily Sullivan), la hermana menor de Ellie y tía de los niños, quien trabaja como ingeniera de sonido para bandas de Rock y que ha quedado embarazada en contra de su voluntad. A esta familia ya no la encontramos en una cabaña abandonada sino en un apartamento perteneciente a un decadente edificio en la ciudad.

En un acto algo irresponsable, la madre envía a los niños a comprar pizza mientras ella habla con su hermana sobre “cosas de adultos”. Inesperadamente ocurre un movimiento telúrico que sorprende a los niños en el garaje del edificio.

El temblor abre un hueco en el suelo (título y premisa del primer largometraje de Cronin) y Caleb encuentra allí el peligroso libro y unas grabaciones en acetato. ¿Adivinen qué? El chico es un DJ aficionado y utiliza sus tornamesas para escuchar las grabaciones, lo que lleva a una nueva invocación de demonios.

Evil Dead: El Despertar es básicamente la misma historia de Raimi y Álvarez contada otra vez, pero con diferentes personajes. Sin embargo, que ahora las víctimas ya no sean unos estudiantes odiosos e impertinentes y que ahora sea una mamá, una tía embarazada y un trío de niños, aumenta la sensación de peligro en proporciones astronómicas.

Más aún, cuando la madre es la primera poseída, y los hijos son perseguidos por ella haciendo un uso creativo de varios utensilios de cocina (la escena del rallador va a ser difícilmente olvidada) nos daremos cuenta rápidamente que los niños aquí no están exentos de una mala muerte, como las reglas de las cintas tradicionales de terror lo han determinado (Guillermo del Toro, el director de Mimic y El espinazo del diablo, ha sido otro de los infractores a esta regla ya no tan sagrada).

Como todas las versiones de Evil Dead, la cinta de Cronin es frenética, claustrofóbica y genuinamente aterradora. Pero esta es menos hilarante y mucho más sucia y perversa que sus antecesoras. Eso la convierte en una película que intenta reinventar más que imitar. Muchos extrañarán a Ash, quien es para Evil Dead el equivalente de Laurie Strode (Jamie Lee Curtis) para Halloween.

Pero quizás ese es el mayor acierto de Cronin en esta triunfal resurrección que dista muchísimo de la deplorable nueva versión del clásico de John Carpenter. Evil Dead: El Despertar triunfa en asustarnos hasta la médula y en hacernos sentir que lo viejo por fin se hace nuevo en el gustado cine de horror, suspenso y terror.

Lic. Ernesto Lerma, titular de la sección y columna periodística.

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