República Cinéfila | Eso: Capítulo 2 (IT: Chapter Two)
Ante el estreno comercial este pasado fin de semana en las salas de cine de todo México y el resto del mundo aquí tienen mi crítica personal del filme “Eso: Capítulo 2”, que es la segunda parte oficial de la nueva versión audiovisual de una de las novelas de terror más famosas del gran escritor Stephen King. En esta continuación de la historia los niños a los que dejamos en pleno desamparo y desconcierto en la primera parte del 2017 son ahora jóvenes adultos completos.
En la sinopsis oficial de esta secuela, han pasado casi 30 años desde que el Club de Perdedores formado por Bill, Berverly, Richie, Ben, Eddie, Mike y Stanley se enfrentaran al macabro y despiadado Pennywise (Bill Skarsgård). En cuanto tuvieron oportunidad abandonaron el pueblo de Derry, en el estado de Maine, que tantos problemas les había ocasionado. Sin embargo, ahora de como adultos parece que no pueden escapar de su pasado. Una nueva época estival llega y todos ellos deberán enfrentarse de nuevo al temible payaso y descubrir si de verdad están preparados para superar sus traumas de la infancia. Porque cada 27 años despierta el diabólico payaso Pennywise para alimentarse con los habitantes, no sin antes causarles miedo. Sin embargo, su último festín fue detenido por el Club de los Perdedores.
Siguiendo el rastro de hechos trágicos en el pueblo en que crecieron este grupo de antiguos amigos sabe que tienen que reencontrarse para encarar a Pennywise una vez más, la definitiva. La primera parte de esta historia recaudó alrededor de 700 millones de dólares en la taquilla mundial y se convirtió así en la cinta de horror que más dinero ha reunido en su exhibición en cines en toda la historia. La verdad es que muchos de los seguidores de la miniserie original de Eso/It pensaban que no era buena idea adaptarla para las nuevas generaciones. En mi opinión, dicha versión, quitando el desempeño de Tim curry, deja mucho que desear. Sin embargo, el proyecto calentó mucho al público desde su preproducción, ya que hubo una gran cantidad de información, de ingresos y salidas del proyecto cinematográfico, además del mítico guión que se esperaba fuera muy controversial, escrito por el cineasta Cary Fukunaga (“Bond 25”).
En él se incluía escenas sexuales que serían de inmediato para mayores de edad, cosa que no fue del agrado de los productores. A fin de cuentas, el director de origen argentino Andy Muschietti (“Mama”) fue el seleccionado para llevar a la pantalla ese proyecto con un gran éxito, logrando ser la película de terror más taquillera de todos los tiempos. Para esta segunda parte Muschietti se tomó su tiempo, aunque la prisa del estudio por estrenar una segunda parte fuera mucha. Sin la columna vertebral del guion de Fukunaga, los otros dos guionistas —Gary Dauberman y Jeffrey Jurgensen— entraron al quite y lograron lo que será una de las mejores adaptaciones de Stephen King.
Si en la primera parte nos enamoramos del elenco que integraba al Club de los Perdedores, escoger a los actores que los interpretarían ya adultos era la piedra angular que haría caer o levantar la adaptación. Afortunadamente todo fue miel sobre hojuelas: James McAvoy encarna a Bill, Jessica Chastain es Beverly, Bill Hader interpreta a Richie, Isaiah Mustafa es Mike, Jay Ryan encarna a Ben, James Ransone es Eddie, Andy Bean es Stanley y claro, Bill Skarsgård se vuelve a poner el maquillaje del villano Pennywise, el payaso bailarín. Había una leyenda urbana que dictaba que “IT“, la novela de King, era imposible de llevar a la pantalla grande, pero eso quedará totalmente desmitificado con la estupenda conclusión “IT: Chapter Two“. En la teleserie original mostraba que, a diferencia de lo que sucedía en populares filmes de Hollywood como “Los Goonies” (1985) o “Los Gremlins” (1984), la aventura infantil podía devenir en un trauma vitalicio. Pennywise, el payaso, regresa a la vida de sus protagonistas varias décadas más tarde, muy amenazante. Los chicos que protagonizaban “It” (1990) no podían desprenderse de su pasado para la película de televisión, infancia era, inevitablemente, destino.
El payaso operaba como símbolo de otra cosa: de lo que se esconde bajo la fachada de la inocencia. La niñez, entonces, no es sino la acumulación de traumas: cada uno, lenta, dolorosamente, irá resurgiendo con el paso de los años; cada uno permanecerá ahí, en las coladeras, dispuesto a enseñar los colmillos cuando menos lo esperes. Mis traumas también volverían, volvieron, vuelven. Como cuando uno de los protagonistas de “It” abre el refrigerador y se encuentra con la cabeza solitaria del monstruo que flageló su niñez, sonriéndole salvajemente, así también supieron regresar aquellas cosas que creí haber enterrado. Porque desde Grimaldi y Charles Dickens hasta Stephen King y el Guasón, el personaje del payaso se ha convertido en un arquetipo del horror moderno, tan reconocible como el vampiro o el hombre lobo.
La cinta del director argentino Andy Muschietti enfrentaba el reto de actualizar dos clásicos por un lado la novela de Stephen King, una de sus más largas e imbricadas, y la imagen del payaso Pennywise, elevada a icono pop en la ya mítica miniserie de televisión en el año de 1990. El resultado, en ambos casos, ha sido exitoso. Yo me pregunto: ¿Cuál es el momento exacto en el que matamos a nuestro niño interior y olvidamos todos aquellos recuerdos de la infancia que alguna vez nos hicieron felices? Los viajes en bicicleta junto a nuestra pandilla, nuestra colección de cromos, los baños veraniegos en la piscina, es lo que Muschietti juega en “Eso: Capítulo 2” con el transcurso de la vida.
Ese retorno a nuestro lugar de origen, el cual habíamos ocultado en el rincón más recóndito de nuestra mente al distanciarnos de nuestro verdadero hogar. El Club de los Perdedores regresa a la ciudad de Derry, después de 27 años alejados de sus peores pesadillas. Los asesinatos vuelven a sucederse y Mike (Isaiah Mustafa) decide reunir de nuevo a sus viejos amigos. El reencuentro se convertirá en la rememoración de sus hazañas inocentes, que han decidido proteger a toda costa por miedo. Una pugna contra los propios fantasmas que reaparecen en el momento menos oportuno, identificados en la figura del payaso homicida, y que nos recuerdan por qué debemos de aprender de nuestros errores. La declaración de una guerra abierta por Pennywise, que no dejará otra opción que la de presentar batalla.
Retazos de cine gore, monstruos de todos los tamaños y mucha sangre caracterizan la secuela, una prima hermana de “Pesadilla en Elm Street”, muy cercana a la novela homónima publicada por Stephen King en 1986, en algunos de sus pasajes de mayor trascendencia y atrevimiento. Por otro lado, rompe estilísticamente con la adaptación de la de la miniserie de Tommy Lee Wallace en 1990. Las escenas de terror incrementan en una película de 2 horas y 49 minutos de duración, mucho más valiente y audaz, pero con problemas para desarrollar las tramas amorosas. Un hecho solucionado gracias a la emotividad inherente de una película que persigue el éxito cosechado por la primera parte estrenada en 2017, que sin embargo no consigue alcanzar. Bill Hader sobresale en el elenco con una vis cómica llena de humor negro, bien medida y cohesionada junto a toda la tragedia. Un nombre que ya suena incluso en las quinielas para los Oscar. No es la única mención destacable del reparto. Bill Skarsgård vuelve a brillar como Pennywise, con una interpretación que evita en todo momento lo ridículo, pese a los amaneramientos del personaje.
De igual manera, James McAvoy (Bill) y Jessica Chastain (Beverly) siguen la estela que les ha convertido en estrellas del Hollywood actual, en una película compartida con otros intérpretes como Jay Ryan (Ben), James Ransone (Eddie) y Andy Bean (Stanley). Sin olvidar los flashbacks constantes al pasado, que recuperan a los personajes jóvenes, interpretado por Finn Wolfhard (Mike de Stranger Things), Jaeden Martell, Wyatt Oleff, Jack Dylan Grazer, Sophia Lillis, Chosen Jacobs y Jeremy Ray Taylor. Porque nunca debemos olvidar nuestros propios pasos, para seguir dando los siguientes. ¿Estás preparado para flotar? La secuela del payaso Pennywise es mucho más valiente y audaz, un nuevo baño de sangre más efectista y desaliñado. En esta nueva entrega, los guionistas toman la esencia del libro de King y lo adaptan lo mejor posible a la pantalla, modificando pequeños detalles, pero conservando la idea original.
Por ejemplo, ahondan más en Bob Gray, el personaje que en el siglo XIX personificaba a Pennywise, y que acabó siendo devorado y suplantado por It. Si bien la cinta tendrá la restricción para adolescentes y adultos, se nota la intención de rozar lo más posible la clasificación para narrar las partes más oscuras de la novela, que incluyen violencia intrafamiliar, acoso escolar, homofobia, suicidios y claro, violencia sexual. El equipo detrás de cámaras se completa con la fotografía de Checco Varese; el diseñador de producción de La forma del agua, Paul D. Austerberry y al vestuarista Luis Sequeira, quienes conformaron el estilo de la primera parte. It regresa para vengarse de quienes lo vencieron por primera vez. Complaciente a ratos, pero en otros chocantemente arriesgada, siempre entre la demencia y el pragmatismo, la película de Muschietti transita por un estrecho carril de autoconsciencia, en un regocijo audiovisual por la cara y eficacia a prueba de gruñones, que a la postre permite casi en igual medida la empatía y la objeción. Se equivocan, eso sí, quienes juzgan como carente de contenido este entretenido y estupendo filme, por lo demás, tan manifiestamente abrumador para ojos y tímpanos. Y es que más allá de su contundente propuesta formal, a veces innecesariamente grandiosa, “Eso: Capítulo 2” engrana un interesante, emotivo y en absoluto trivial discurso sobre las cicatrices de la memoria, las regiones más lúgubres de ésta y la pavorosa fragilidad humana a la hora de enfrentarse de manera individual a lo peor de sí mismos y de los demás claro; en una trama donde la amistad lo es todo.
Mi 9 de calificación a “Eso: Capítulo 2” en una cinta muy apta para quienes apreciamos el terror-espectáculo que no cae en la vacuidad con un ser sobrenatural proveniente del macrocosmos, que cayó a la tierra hace millones de años y vivió en letargo hasta que la gente fundó el pueblo de Derry justo donde estaba dormido. Así, cada 27 años despierta para alimentarse con los habitantes, no sin antes causarles miedo. Sin embargo, su último festín fue detenido por el Club de los Perdedores.
Y es que casi todos recordamos aquella miniserie televisiva a principios en la década de los 90’s protagonizada por Tim Curry, el actor original que se puso por primera vez el disfraz de payaso que aparecía en los sueños no sólo de los protagonistas, sino de todos nosotros. A partir de esa miniserie dejamos de ver a los payasos como personas de confianza, y al ser tan sólo unos niños, te era casi imposible distinguir la ficción de la realidad. Aún siendo adulto al ver un payaso es inevitable sentir ese mini infarto y recordar casi inmediatamente a “It” o “Eso”.
El capítulo uno en el año 2017 de esta taquillera secuela tuvo lo suyo, recuerdo una o dos veces haberme asustado, sin embargo no logró cubrir del todo mis expectativas cinefilas como sucede con esta secuela que si lo ha hecho. Aunque debo dejar claro que no soy fan del uso del green screen y todos los efectos especiales que existan, ya que la magia de las películas antes de que todo esto existiera no lo cambio por nada, todo era hecho a mano, vestuarios, escenografías, maquillaje… ahora, gran parte esta hecho por computadora, no esta mal, la tecnología avanza y nosotros con ella pero hablando de Pennywise, prefiero mil veces la caracterización de Tim Curry y los efectos algo fallidos de aquella serie a las super producciones de esta década.
Cada vez es más difícil hacernos sentir, por eso el cine debe de recurrir a este tipo de efectos e historias. Sin embargo creo que hay algunas que nunca debieron de haberse tocado, como “It”. Con una factura impecable y un ritmo que hace olvidar su prolongado metraje, en esta secuela, en gran medida satisfactoria, se aprecia una fricción constante entre dos intenciones a menudo imposibles de simultanear. Ya que por un lado lograr un resultado de incontestable comercialidad, capaz de satisfacer a esa sorprendentemente enorme, cabría decir masa de público que en su momento no sólo pago por ver en una sala oscura aquella primera entrega, sino que, a la postre, incluso se mostró lo bastante complacida como para esperar con ganas la conclusión de este díptico; por otro, conseguir una caja de resonancias terroríficas cuya efectividad más superficial con sus sustos, sus picos de angustia, su extrañeza tonal no arruine la obtención de una obra investida, además, de una cierta complejidad psicológica y temática, así como de unos planteamientos estéticos bastante menos prosaicos de lo habitual en el horror y terror concebido para nutrir de público a los multicines con algunos momentos que parecen escritos con un manual de guión hollywoodense al lado. Esta es una secuela formidable que ya tiene ganado comercialmente hablando a su público y que seguramente reactivara el interés de hacer mas películas hollywoodenses en las interesantes novelas del autor literario Stephen King, esta continuación vale mucho la pena por su forma y fondo.
Lic. Ernesto Lerma, titular de la sección y columna periodística.
Pingback: República Cinéfila | Eso: Capítulo 2 (IT: Chapter Two) • Radio Robotto