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Ambulancia | República Cinéfila

Ambulancia es la nueva película de Michael Bay, otra muestra más de su prepotencia visual, pero también narrativa, con una mixtura de tonos y discursos indigerible porque a estas alturas del partido ya es bastante claro que ver una película de Michael Bay puede ser una experiencia realmente extenuante, un desafío casi físico a los sentidos, en el peor sentido posible.

Es que Bay no mueve la cámara: directamente la arroja, la revolea sin criterio, de un lado al otro, sin mostrar la más mínima preocupación por que lo que se vea sea entendible. Sin embargo, en Ambulancia aparece de forma más patente un componente que, convengamos, ya estaba muy latente en su cine: esa voluntad de querer concentrar discursos, tonos y atmósferas de todo tipo en un solo plano, incluso cuando claramente eso es incompatible con lo que se está narrando.

Y eso genera la impresión de estar ante un filme rodado por una persona con un desorden de personalidad múltiple. Porque lo cierto es que el argumento de Ambulancia -remake de un filme danés del año 2005-, a pesar de sus ambiciones temáticas, no deja de poseer cierta simplicidad: en la trama hay un ex soldado (Yahya Abdul-Mateen II, demasiado intenso) que necesita dinero urgente para un tratamiento experimental contra el cáncer de su esposa que va a pedirle ayuda a su hermano adoptivo (Jake Gyllenhall, híper intenso), un criminal de carrera del cual se mantenía alejado. Este le propone sumarse a un millonario asalto bancario que, obviamente, sale mal, por lo que, para poder huir, terminarán abordando una ambulancia y tomando de rehenes a una enfermera (Eiza González, con un maquillaje muy intenso) y un policía herido.

A partir de ahí, se desencadena una persecución donde tendrán atrás a la Policía de Los Ángeles y al FBI, mientras buscan lidiar con tensiones afectivas y morales, en un camino donde los márgenes para la redención se van acotando minuto a minuto. Es decir, este es un relato tendiente a la espectacularidad, pero también conciso y concentrado en sus conflictos. Hay un pasaje donde Bay parece entender que la narración cinematografica pide cierta economía de recursos y un enfoque preciso sobre lo que se está contando. Es una secuencia donde en la escena los personajes de Abdul-Mateen II deben hacer una operación improvisada sobre el policía herido, con la asistencia virtual de unos médicos y Gyllenhaal tratando de conducir de forma estable la ambulancia. Son minutos realmente muy tensos, casi angustiantes, donde los gritos y la histeria de los protagonistas están justificados, ya que prevalecen una cámara y un montaje que se ponen al servicio de lo que está sucediendo.

Allí, Bay da la impresión de tomar consciencia de que solo hay un trabajo para hacer: mostrarle al espectador cómo un grupo de personas intenta salvar a un individuo al borde de la muerte. Esos minutos son de lo mejor, quizás, como una pequeña muestra de lo que podría haber sido Ambulancia. También son la excepción a la regla: el resto del tiempo, Bay quiere apilar todos los generos filmicos conocidos, como la acción, aventura, drama, thriller y hasta comedia, sin hilos conductores, con resultados bastante dantescos y hasta agotadores.

 

Mi 7 de calificación a esta producción cinematográfica por esa falta de equilibrio y prepotencia narrativa es que Ambulancia podría durar una hora y media, pero su metraje se extiende hasta las dos horas y cuarto, sin real sustento.

Y si Bay vuelve a exhibir esa falta de timing absoluta para el humor -que no solo es tosco y agresivo, sino también totalmente a destiempo, sin relación con lo que pide cada escena-, además suma una concepción sobre el drama donde todo pareciera tratarse de acumular vueltas de tuerca cada vez más inverosímiles y redundantes.

A medida que pasan los minutos, el filme se pone cada vez solemne y a la vez incoherente, porque si por un lado quiere hablar sobre el deber de los profesionales, los lazos familiares, la pérdida y las vías para redimirse de los pasados traumáticos, al mismo tiempo manipula a los personajes como a los autos a los que hace chocar y explotar. Para Bay -y sus películas-, los seres humanos son iguales a las máquinas: meros instrumentos a los que arrojar en el medio de imágenes gritonas y ruidosas, plagadas de discursos rimbombantes.

Ambulancia es otra muestra más de esa violencia artística y narrativa. En Hollywood saben que hay dos cosas que hacen saltar las palomitas: las películas de acción de Michael Bay y las producciones de Dinamarca. En los últimos años hemos visto remakes de las series danesas The Killing y El Puente sueco-danesa en este caso, se ha estrenado la versión estadounidense de Culpable con Jake Gyllenhaal y se ha anunciado que Leonardo DiCaprio quiere producir (y probablemente protagonizar) una nueva versión de la ganadora del Oscar Otra Ronda.

Ahora, un remake del thriller Ambulance interpretado precisamente por Jake Gyllenhaal y dirigido por Michael Bay promete llevar estas adaptaciones al máximo de adrenalina. El proyecto, que produce Universal, ha pasado por varias manos hasta llegar al director. Cuando se anunció el remake en 2015 se decía que lo dirigiría Phillip Noyce (Salt), quien fue sustituido dos años después por Navot Papushado y Aharon Keshales (Big Bad Wolves) hasta convertirse finalmente en la próxima película de Michael Bay en una decisión que indudablemente va a marcar el estilo de lo que veremos.

Es posible que el argumento, lo que se dice el argumento, no haya sido nunca el principal motivo por el vemos las películas del director de Transformers. Pero esta vez Michael Bay parte de una historia sencilla y perfectamente elaborada que ya ha sido llevada al cine antes y que para esta ocasión ha sido reescrita por el guionista Chris Fedak, uno de los creadores de la serie Chuck que da aquí su salto al largometraje. Jake Gyllenhaal fue el primer actor en entrar en el proyecto. El actor de Zodiac y Spider-Man: Lejos de casa interpreta a Danny Sharp, el organizador del atraco y responsable de que él y su hermano se encuentren en apuros, huyendo a toda velocidad en una ambulancia. Por su parte, Yahya Abdul-Mateen II será Will, el responsable de los dos hermanos y contrapunto de Danny. A Abdul-Mateen ya le hemos visto anteriormente interpretar a personajes bajo una tremenda presión en Candyman y pronto le conocemos como el nuevo rostro de Morfeo en Matrix Resurrections.

Por último, Eiza Gonzalez encarnará la tercera vida destinada a cambiar para siempre a lo largo de un día en las carreteras de Los Ángeles. Ella hará de Cam Thompson, la experta en emergencias convertida en rehén de Danny y Will en el momento en que toman la ambulancia repleto de acción con el drama de dos hermanos en el centro.

Lic. Ernesto Lerma, titular de la sección y columna periodística.

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